Yolanda, Pilar, Juan, Abilio o Ángel son nombres de uso común en cualquier lugar de España con una particularidad que los hace diferentes si se evoca Autillo de Campos y el recién restaurado palacio de los Reinoso, especialmente desde el pasado sábado 14 de septiembre. Rehabilitado con primor, el recinto tiene dos plantas y en la inferior se han habilitado dos espacios que sirven como dependencias municipales, uno para servicios administrativos y otro para atención sanitaria, un consultorio médico. En la planta superior, a la que se accede por escalera o ascensor, hay una sala de exposiciones. Autillo, curiosamente, tiene 129 habitantes en estos momentos.
Aquel día, ese sábado, esas cinco personas y cinco miembros de la corporación local establecieron una plusmarca digna de figurar en el denominado Libro Guinness de los récords al montar una exposición de pintura en 17 minutos. En la operación están incluidos el traslado de los cuadros al recinto, el desembalaje de las 25 piezas (envueltas a conciencia), su colocación, la sujeción a la pared y la adecuación de la iluminación para que ni una sola se quedara con escasez de luz. Como testigo de la plusmarca estaba el Curavacas, al que se le podía distinguir a través de una ventana del recinto, orientada estratégicamente al Norte y restaurada con mimo. A la caída de la tarde la montaña palentina, emblemática como pocas, ofrecía una imagen teñida por un tono carmín de garanza como difícilmente pueda verse desde otro lugar.
Es cierto que la villa ha pasado a la historia por ser el lugar donde Fernando III fue proclamado rey de Castilla, antes de su coronación oficial en Valladolid, y que dispone de otros atractivos, pero si se examina todo desde una perspectiva un tanto casera habrá que admitir que hechos y lugares como los citados, justo cuando además se celebraban las fiestas y el jolgorio de pequeños y mayores era mayor, se merecen unas líneas para que quede constancia escrita. Cualquiera que tenga problemas para describir en qué consiste la gentileza ya no necesitaría recurrir al diccionario de la RAE, entre otras razones porque los siete vocablos que el manual incluye en la segunda acepción del término se reunieron allí esa tarde. Dicho queda.