Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


Del Congreso, me apeo

13/10/2024

Prohibido el uso de animales en los circos bien parece que en este país las componendas vejatorias deban seguir existiendo para devorarse unos a otros. Así que me bajo de la sobornada y ruin Carrera de San Jerónimo y me refugio de la mano de Paul Morand en la lectura de la famosa emperatriz de la soledad. Sisi, nacida en 1837, con todas las cualidades y todos los defectos bien pudo ser mujer de esta época. Lo más destacado de su persona  era el contraste que ofrecía con el rígido ambiente de los Habsburgo. Su  cambiante vida parecía de película en aquella Sisi que a todos cautivó protagonizada por una espectacular Romy Schneider. Nació en una familia de estetas hija de un padre que vivía en el Tirol derrochando su fortuna con las rodillas al aire. Junto a él, a los 15 años, aquella  Sisi que calzaba zuecos, gustaba de la cerveza y el salchichón. Su reino era una acequia y sus únicos tesoros unos cuantos animales. Pero el reino de los animales de pronto pasa a ser el país de las gentes refinadas. Aquello ya no era Baviera. Era un Imperio bicéfalo; el austro-húngaro. Con una suegra de agrio carácter que tenía un marido torpe y un hijo sumiso a su madre, hace que a aquellos dos seres jóvenes y agraciados se separen para siempre. Sisi perseguía las huidas. Algunos inviernos pasó en el sur de España. Vivía pendiente de su salud y a fuerza de hablar de la muerte y de la miseria humana, parecía atraer la desdicha. Jamás llegó a reponerse del drama de Mayerling. En el verano de 1898 partió hacía Territet. La baronesa de Rothschild la invitó a un almuerzo a orillas del lago Leman pero Elisabeth, se había hospedado en el hotel Beaurivage en Ginebra. El 10-9-1898 se disponía a embarcar. Cruzó por delante del monumento a Carlos Brunswish y encontró su destino. De entre los árboles del muelle salió un individuo y por debajo de su sombrilla le asestó un fuerte golpe en el pecho. No se desmayó. Pero el estilete del italiano Luccheni le había atravesado el corazón. Tenía 60 años. Luccheni ante el juez, respondió que asesinó a una mujer que no conocía de nada al no poder averiguar el paradero de su objetivo: el duque de Orleans. 

ARCHIVADO EN: Ginebra, Salud, España