Antonio Álamo

Antonio Álamo


Desastre

27/07/2023

Una manera aquietada de resumir lo que le ha sucedido a Vox en estas elecciones generales es calificar el resultado obtenido como desastre inesperado. No es la primera vez que ocurre algo así y tampoco será la última. Por lo pronto, algo parecido le pasó a UCD y décadas más tarde a Ciudadanos. Y entre ambos casos hubo otros menos sonados y, posiblemente, de menor envergadura puesto que bastaría con recordar lo que le sucedió al Partido Reformista Democrático (PRD) que encabezaba Miquel Roca para comprobarlo. En resumen, quienes votan a veces cambian de opinión y cuando eso ocurre de forma masiva originan sorpresas de difícil digestión.
Quizá por eso quienes sufren derrotas estrepitosas rehúyen la autocrítica -en las hemerotecas apenas hay constancia de las de Calvo-Sotelo y Rivera- y buscan culpables de manera sorprendente como aquellos alumnos que cuando suspenden por no estudiar culpabilizan al maestro… «es que el profesor me tiene manía». Quizá le suene a alguien. En cualquier caso, apenas hay diferencia entre la actitud de los responsables de los partidos citados frente a la registrada este domingo por Vox, gracias a un detalle singular de Abascal, quien, a diferencia de aquellos líderes, sí ha encontrado multitud de razones para explicar que la culpa de este desastre electoral la tienen todos los demás. No el maestro sino el claustro entero, ya que estamos. El lector juzgará si los causantes de la debacle han sido el PP (socio suyo preferente, por cierto), el PSOE y el resto del espectro político o si, por el contrario, muchos de los votantes de su partido decidieron entregar su voto a otras formaciones, quizá porque consideraron que era una solución mejor. 
Guste o no guste, son avatares de la vida política y esa costumbre de atribuir a los demás los errores propios no conduce a lugar alguno. Si además se añaden ciertas salidas de tono, un lenguaje excluyente, espectáculos discutibles (véase la moción de censura de Tamames) y una idea de España escasamente coincidente con la actual se puede esbozar una imagen de lo sucedido. Otra cosa es que los responsables de ese partido quieran aceptarlo. Y aceptar que en este país no todos piensan igual y que eso de pontificar es cosa de pontífices.