No me cabe la menor duda de que la progresía izquierdista española es una hábil e ingeniosa manipuladora de la semántica. De hecho, sus competencias lingüísticas son sobresalientes, frente al la mediocridad y medianía del discurso del centro derecha, siempre rancio, aburrido y previsible, aunque gramaticalmente ultra correcto –casi siempre-.
En esa habilidad endiablada de los pseudo progresistas zurdos, por su falso argumentario, se acredita la capacidad de la manipulación del lenguaje político de manera descarada, desmedida, desmelenada y temeraria. Son unos verdaderos charlatanes de feria vendiendo humo y pócimas mágicas inventadas para engañar, disimular, engatusar y distraer al personal metiéndole la mano en el bolsillo, es decir, haciendo creer que lo blanco sea negro y que lo oscuro sea claro. La falta de escrúpulos y la ausencia de cualquier atisbo de vergüenza completan el resto de la puesta en escena, con todo dramatismo solemne, circunspecto y afligido, el discurso fatuo, vanidoso y presuntuoso al que nos tienen acostumbrados.
Estos pseudo –falsos, en griego- paladines de la democracia y del interés general, se han apropiado de manera inconcebible, inadmisible e inmoral de conceptos de alto vuelo como: progreso, libertad, avance, derechos, justicia, o igualdad, por citar algunos ejemplos. Han conquistado y usurpado vehementemente, dentro de la retórica y la dialéctica política, principios y valores fundamentales de los que no han hecho méritos, pero sí alardes y exhibicionismo impúdico, lascivo y obsceno.
Ellos precisamente, que vulneran la división de poderes, que pisotean el verdadero diálogo social, que malversan y profanan la historia, se presentan como los valedores de un estado democrático, social y de derecho.
Como profesor de Lengua, Filosofía e Historia, me niego a asumir la apropiación indebida de un discurso político social, cargado de eufemismos e inventos lingüísticos variopintos, al servicio de la falsificación de la verdad, desfigurando la realidad, mutilando la autenticidad haciendo de la mentira el templo de la verdad.