Aparece la brillante noticia en estas páginas de que seis millones de euros acuden a Magaz de Pisuerga desde el gobierno de Castilla y León para implantar nuevo proyecto industrial: un centro tecnológico. Lo que fue un erial empieza a sembrarse con semillas de prosperidad futura, si se hace bien... Recuerdo el desastre de la pretendida ciudad tecnológica pensada en Sevilla con motivo de la gran Exposición Universal (la Expo) que hasta el tren de alta velocidad dejó en sus puertas. Pocos años después, las farolas se oxidaban y solo había restaurantes, poco más, cuando se habían levantado pabellones de máxima calidad arquitectónica: un mundo nuevo derrochado.
El siglo XXI demuestra que se habita más en las ideas convertidas en tecnología que en las materias primas, en su producción o incluso su gestión. Presente y futuro parecen estar más determinados por lo mental que por lo material, como este texto que se publica en papel o lo lee tal vez usted en una pantalla digital. Lo importante no es la materia, sino que pueda leerlo, comprenderlo, quien se desliza por estas líneas.
Esto no debe llevarnos a desdeñar lo esencial: agricultura o ganadería y minería, entre otras fuentes de subsistencia, porque si no quedaríamos dependientes de otros países o regiones de modo que si hay una grave crisis, catástrofe o guerra, nuestros ciudadanos podrían pasar graves apuros. Una vez controlado lo esencial, vemos que la producción de materia prima se concentra en países subdesarrollados y que donde más riqueza se genera es mediante la tecnología, como en Silicon Valley. En el californiano Valle del Silicio se plantaron las empresas que trabajan con números y dígitos, con informática (Ebay, Google, Adobe, Hewlett-Packard, Nokia, Apple, PayPal, Twitter, Yahoo!, etc.). ¡La cercana población de San José aumentó su riqueza en 43.000 millones de dólares!
Desde ahí se modelan hoy ordenadores o teléfonos con los que nos comunicamos y que forjan hoy nuestra mentalidad, querámoslo o no.
El hombre es, más que nunca, un «animal tecnológico», producto de la razón convertida en acción. Mejor es ser vanguardia tecnológica.