Si ya los pequeños alumnos de primaria compusieron en el colegio La Salle un belén vivo, interpretándolo, y salió muy nutrido y estupendo, los niños muy divertidos, los conciertos se suceden en iglesias y numerosas instituciones, con canciones tradicionales o con ajenas, amenizando las fiestas en torno al nacimiento de Jesucristo, y es que las canciones y músicas de este periodo son muy significativas, muchos siglos de cultura cristiana en numerosas lenguas hacen que haya una riquísima variedad. Desde las tonadas americanas, en castellano, inglés y quechua o bien las de África negra, con villancicos muy rítmicos, y hasta las hay de India o China, además de las variantes europeas que ornamentan sonoramente espacios públicos o privados. En Palencia no quedó mucha tradición en danzas o músicas, pero rápidamente se acogieron las que en nuestro tiempo rondan toda la península o vienen del extranjero. No es ya tan común el canto de villancicos en las familias y se ha ido reduciendo el número de panderetas, guitarras y otros instrumentos para aumentar las de los aparatos sonoros mientras el número de las crecientes barrigas dedicadas a los suculentos alimentos progresa.
Al menos, la nochebuena se pasa en casa con la familia, así la inmensa mayoría se junta para disfrutar del banquete de cumpleaños del Niño divino y para reencontrarse, miembros tal vez dispersos por lejanos paisajes. Vuelve, por navidad, vuelve, decían los anuncios, entre dulces o cavas y las burbujas de la vida que estallan alegres en medio del frío invierno rápidamente anochecido.
En realidad, la existencia es como un representar de nuevo el belén, unos son romanos, otros pastores, algunos magos... A veces tenemos rasgos de unos y otros. Lo que importa es que donde estemos representemos con bondad y amorosamente nuestro papel, entonando un hermoso canto que sirva de armonía también para otros. Pues el vivir nuestro debería sentirse por los demás, en nuestra cercanía, como un regalo. ¿Demasiado? Al menos hay que intentarlo, la esperanza renacida, pues en la noche no acaba todo. Al contrario, comienza. Recomenzar es de sabios.