Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Cenas de Navidad

16/12/2023

Sirva como ejemplo vitivinícola el de la garnacha tintorera de una evidencia que en no pocas ocasiones pasa inadvertida hasta que alguien la mienta y… «¡coño!... pero si es verdad». Esta uva es una excepción dentro de la norma por la rojez de su pulpa. Y es que cuando hablamos de vino tinto, en la inmensa mayoría de las ocasiones hablamos de vinos elaborados con uvas de pulpa blanca y son los antocianos existentes en su piel, en el hollejo, los responsables principales de aportar el característico color rojo. Tanto es así que existen vinos blancos elaborados con uvas tintas por la nula exposición del mosto con sus pieles. Los blanc de noir. Y llega la Navidad. Las celebraciones, reuniones y demás juntetas propias de estas fechas. Pues de la misma manera, y aun a riesgo de perogrullada lo digo alto, para un restaurante al uso y no especializado en banquetes y a la carta sin menú concertado previamente, y aun así, es mucho más sencillo atender seis mesas de cinco que una de treinta comensales. Y si la tesitura arquitectónica del local no acompaña por lejanía de la cocina, mucho más. La razón es bien sencilla. Como exponente situémonos en los segundos platos. Servir en la mesa treinta raciones en su punto y al mismo tiempo se torna arduo si no se está acostumbrado y se dispone del equipo técnico y humano necesario para tal exactitud. Hasta para emplatar dos manos tenemos, como las merluzas cocochas, y dan de sí lo que dan de sí. Y para trasladarlos, lo mismo. Y por la parte del clientelado, visto desde la profesión hostelera, han de ser relativamente comprensibles las subidas del tono de voz, los brindis, el jolgorio y también ciertos, no todos, desfases propios de las festividades a las que nos enfrentamos. Por estas circunstancias, la tolerancia por parte de los camareros y personal adyacente ha de ampliarse en cierta medida y la manga debiera ser algo más ancha y ponernos, me incluyo, en el lugar de los que celebran. Esto, claro está, sin falta de respeto alguna ni salidas de tono mediante. Simplemente sirva para aposento y reposo mental de una y otra parte y que no nos lleven los demonios a la mínima de cambio. Celebremos con respeto y comprensión y disfrutemos de la Navidad, que lo importante es la reunión.