Dionisio Lamas Muñoz

Tribunal Libre

Dionisio Lamas Muñoz


María misericordiosa

16/12/2024

María es la heredera de la misericordia del Padre desde el principio de la Creación, ella vio en el Génesis el fulgor de la misericordia del Creador, en el titilar de las estrellas y desde todos los rincones del Universo. La estela divina envuelta en los astros, impregno a la Señora Celestial por toda la eternidad. 
El autor de la vida inundo a María y a los mundos de misericordia, y surgió el perdón y la caridad en todos los siglos.
El impacto de la misericordia del Padre y de María fue el primer rayo de luz que reverdeció los valles y los montes.  Y así surgió la vida en todo su esplendor, amainando la bravura de los mares, de las nubes y de los cielos.
Desde la misericordia, primero del Creador y después de María, se originó la Redención, luego la Salvación; dando origen al fruto inmensurable del amor del Hijo a todos los seres vivientes, hacia cuanto existe en los mundos, en los luceros y en las lumbreras celestes.
Desde el instante de su nacimiento, la misericordia acompañó a María en cada paso, en cada suspiro, en cada sonrisa, en cada llanto, en sus tristezas y en sus alegrías.
Ella, María la Madre de Dios, alentó desde la ternura y la bondad, la alegría y la esperanza de los vivientes de todos los tiempos. María arropó las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña, hasta desbordar la misericordia al pie de la cruz.
La misericordia del Hijo en el día de la resurrección, se fundió en un abrazo con el júbilo de la Madre, del alba y del sol, y en tan gran regocijo del dichoso encuentro, se produjo una apoteosis divina y humana que colmó de dicha, todas las edades de la historia de la humanidad.
La blancura de los vestidos de la Reina celestial, destellan misericordia y luz hasta los confines de las más recónditas galaxias que pueblan las profundidades del cosmos.
En María hallan gracias y consuelos todas las generaciones, porque su delicada blandura misericordiosa las envuelve en la terneza del Altísimo.
Tener bondad con los pobres y desvalidos, con los que sufren toda clase de zozobra, es estar envueltos en María misericordiosa.

ARCHIVADO EN: La Montaña