Mikel Garciandía

Carta del obispo

Mikel Garciandía

La Carta del obispo de Palencia


Soy llamado

27/10/2024

Queridos lectores, paz y bien. De entre las efemérides que vamos a vivir como Iglesia los próximos meses, destaca el congreso sobre las vocaciones que se va a celebrar en España entre el 7 y 9 de febrero. Veinticuatro personas iremos de Palencia a Madrid para reconocer, interpretar y elegir lo que Dios quiere que seamos y hagamos. Y previamente trabajaremos en distintos ámbitos diocesanos para que nuestras aportaciones calen en el tejido comunitario de los que seguimos al Señor en nuestra tierra. El documento de trabajo lleva como título: Del pienso, luego existo al soy llamado, por eso vivo. Nos da idea del giro y la intensificación de la vida cristiana a la que Dios nos invita. El documento describe la transición de la visión antropocéntrica y subjetiva de la modernidad del filósofo Descartes, al reconocimiento del ser humano como fruto de un acto amoroso y gratuito de Dios. Somos criaturas suyas, llamados porque somos amados.

A su vez el documento lleva como subtítulo De la pastoral de la opción y los valores a la pastoral de la obediencia y la santidad. Una de las aportaciones del documento, tal y como lo veo, consiste en que aborda de una manera profunda y muy concreta lo que supone que estemos en un cambio de época, más que en una época de cambio. La descristianización conlleva entre otras cosas el sustituir la gracia por la cultura, separar la sociedad de la Iglesia y diluir la vida eterna en nuestro horizonte.

Esta idea de modernidad genera una herida personal, heridas sociales y eclesiales, al no poder vivir una libertad genuinamente humana, fruto de la ruptura entre verdad y amor. De ello surge que nos hemos mundanizado, como denuncia el Papa Francisco, nos hemos vuelto referenciales: solo acogemos e interactuamos con lo que nos confirma y da la razón. Nuestras opciones lo son todo, fabricamos nuestros propios valores y derechos y vivimos en la burbuja que construyen las ideologías dominantes y la dictadura del pensamiento políticamente correcto. La verdad como tal desaparece del horizonte, todo es cálculo y estrategia.

La Iglesia no ve este panorama como algo sombrío y amenazador, como algo que nos sume en la perplejidad y la parálisis. Ve aquí un reto, una posibilidad y una tarea: mostrar dónde se realiza verdaderamente la humanidad. «Soy llamado, soy amado». Más que de empoderamiento, de conquista unilateral de derechos, se propone la armonía que viene de conjugar derechos y deberes, de considerar que la vida es respuesta a la llamada de Dios. Ser santo es seguir al Señor hasta el final, escuchar, obedecer a su voz que llama y ama.

Un congreso para las vocaciones en España que busca poner la libertad de nuestros contemporáneos en relación con la gracia. Somos Iglesia, comunidad de los llamados, de los elegidos que tenemos como tarea ayudar a todos a descubrir el tesoro del amor de Dios en su corazón. Ser pueblo santo no significa que seamos impecables, sino que somos pecadores necesitados de perdón, apremiados a abandonar nuestra doble vida, a vivir de la Pascua de Jesús, a caminar hacia Jerusalén luchando por el Reino. Un congreso para que los pastores redescubramos la caridad pastoral; los laicos, la caridad política; los matrimonios, la caridad esponsal y los consagrados la caridad consumada. «Por eso tiene sentido plantearnos a todos la vida como vocación, pero tiene también razón de ser que cultivemos las vocaciones que llamamos de especial consagración. Porque el Pueblo de Dios no se puede edificar como pueblo sacerdotal sin ministerio sacerdotal».