Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Filósofo en hora punta

28/12/2024

Que existen tipologías míticas de cliente en las barras de los bares es meridianamente claro. Una fauna hostil entre la que destaca el cliente que viene sólo a charlar. Sí, ese filósofo de barra que cree que los camareros son tertulianos disponibles las 24 horas (cada minuto), listos para debatir (normalmente sólo asentir) desde política internacional hasta la calidad de los cacahuetes del aperitivo, porque tiene soluciones y anécdotas para todo y todos. Posee por norma el don de la oportunidad. El momento perfecto para hablar, cuando estás hasta arriba. Diez comandas esperando y la barra con doble fila, perfecto. Es el escenario ideal para que el cliente conversador despliegue todo su arsenal. Con mirada inquisitiva y pose reflexiva, a veces pregunta, a veces comenta. «¡Hombre, no te cuesta nada contestar!». Este tipo de cliente no entiende la sutileza del lenguaje corporal. Aunque te vea recogiendo mesas, cortando limones y peleando con la cafetera, te lanza su monólogo sobre cómo arreglar la economía local, estatal y mundial. Pero no sólo habla, te mira fijamente esperando que pares el mundo para atender 'su' comedia sitcom. «Ven, que te voy a contar algo que te va a gustar», anticipando la debacle infinita como el «seré breve» en un discurso. No es el momento, querido. Por eso no me va a gustar. En ocasiones el parroquiano disertador da un giro inesperado y decide convertirse en tu terapeuta. «Tienes cara de estar estresado, ¿todo bien?».  Tal vez tenga que ver con que me quedan diez mesas por atender y tú llevas media hora detallando tu teoría sobre no sé qué cojones. Pero claro, no puedo decírtelo porque «el cliente siempre tiene la razón». Cuando final y felizmente decide marcharse (tras agotar la paciencia hasta de los rollos de papel higiénico), lo hace en cámara lenta. Se despide una, dos, tres veces. Cada despedida incluye otro responso. Y ya piensas que te has liberado, pero es listo, ataca al compañero nuevo que poco sabe de sus artimañas dialécticas. No lo hace con mala intención, pero tampoco con buena planificación. En su mundo, los bares son su escenario y los camareros, su público cautivo, pero normalmente a destiempo. Querido cliente lenguaraz, gracias por tu entusiasmo. Siempre a tu disposición.

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