Ya sé que no se lleva y que lo que aquí voy a escribir va en contra de la mayoritaria de tendencia, pues el Martirio de San Sebastián, de la catedral de Palencia, se lo han llevado a Milán, donde lo exhiben en una exposición dedicada al genial autor griego y luego español, y ahí, en el palacio real itálico permanecerá mientras dure la muestra. Podrán admirar la obra de Doménikos Theotokópoulos gracias al transporte de varias obras desde distintos lugares del mundo: Thyssen, Uffizi, National Gallery de Washington...
Sin embargo, hay medios para hacer copias perfectas y que el original se mantenga en su lugar. Quienes ahora vayan a visitar la palentina catedral no podrán contemplar la fabulosa obra que voló; si el avión sufre un accidente, adiós. Ya con Factum Arte empezaron a elaborarse clones en arte y esto evitaría riesgos, abarataría los costes de las exposiciones, que tanto gastan en seguros o trámites, y podrían mantenerse las copias para rondar por diversos lugares pudiendo disfrutar quienes no viajan de esos presentes que la creatividad divina, implantada en algunas privilegiadas mentes, nos entregó por medio del arte.
Las catedrales debieran mantenerse como los grandes centros de espiritualidad que durante siglos o milenios fueron y no convertirse en museos o circuitos turísticos, pero nuestro clero, ávido de dineros, prostituye lo sagrado y la simonía diríase que prospera, haciendo pagar a los visitantes billetes que permitan beber el Espíritu de las artes que miles de esfuerzos lograron entregarnos como fabulosa herencia. «Lo que gratis recibisteis, dadlo gratis», dijo Jesucristo, pero a veces no se gestionan así las cosas, incentivando terribles apostasías.
Como soy creyente, mirando más allá de las mitras doradas de los tonsurados, pido por ellos, oro pidiendo luz para quienes debieran iluminarnos, pero no deja de molestarme el derrumbe eclesial, que afecta a lo artístico o lo intelectual, y sobre todo a lo espiritual, en un mundo que lo necesita, ahogado en la mediocridad de lo material.
El gran Greco quiso pintar el espíritu, y nos entregó al Espíritu. Pero se lo llevaron.