Algunos 'historiadores' del fútbol consideran que tu palmarés no está completo si no contempla un ascenso. Para ello, previamente has tenido que descender con todo el proceso previo que conlleva: un arranque torcido sin un motivo aparente, un entrenador que desaparece, un equipo que no endereza el rumbo, futbolistas que se evaden, crisis interna, quizás desaparece otro entrenador y llega uno que tampoco cree en los milagros pero debe poner cara de que es creyente, tal vez un par de victorias consecutivas que acercan la luz, muchas cuentas, muchísimas, hasta que llega el día en que todo el mundo es consciente de la gravedad de la situación: «si no ganamos, estamos en Segunda». Y ese día, como muchos otros a lo largo de un curso mediocre, no se gana. Es el momento de rearmarse, poner un colchón de seguridad ahí abajo, en el 'infierno', para detener la caída y buscar de nuevo un hueco entre los mejores. En Primera, incluso el Athletic (uno de los tres que aún no ha bajado a Segunda, junto a Barça y Madrid) vivió la agonía recientemente, en una 06/07 en la que debía ganar al Levante en la última jornada (lo hizo: 2-0, y mantuvo la categoría por un punto). Por eso, quienes nunca se han asomado a ese balcón, quienes no lo han vivido, prefieren seguir en su atalaya ignorando lo que sucede 'ahí abajo', donde tres paisanos (Almería, Granada y Cádiz) afrontan angustiados cada fin de semana.
De la necesidad salen las mejores versiones, y resulta casi entrañable ver al Almería arrancarle un empate de las manos a la Real, al Granada tumbar al Alavés, al Cádiz agitar de la solapa al Barça a pesar de la derrota... Es ese fútbol que tal vez los 'grandes' no vivan jamás:no entenderán que luchar por la vida es mucho más intenso, sin duda menos brillante o bonito, que hacerlo por un título.