Editorial

Las ayudas al alquiler se vuelven imprescindibles para la gran mayoría

DP
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Revisar baremos, ampliar coberturas y buscar otras políticas podría servir para ir resolviendo un problema serio

Si una familia percibe la renta mínima o ve reducidos sus ingresos al ingresar uno o ambos progenitores en las listas del paro, si un joven solo ha conseguido acceder a un empleo precario o a otro temporal de baja cualificación o de escasos emolumentos o si el proyecto como emprendedor solo da lo justo para ir afrontando las obligaciones financieras y poco más, es prácticamente imposible que pueda hipotecarse para comprar una vivienda.

Pero es que tampoco lo tiene fácil ninguno de ellos para permitirse el pago de un alquiler que, en el caso de Palencia, se incrementó el pasado año casi un 7%. De ahí que las peticiones de ayudas que concede la Junta de Castilla y León para afrontar ese alquiler aumenten de año en año. Por tercer ejercicio consecutivo han ido creciendo en la provincia -el último un 11% más que en 2022- hasta llegar a las 1.663 solicitudes. 

Y eso teniendo en cuenta que no todo el mundo puede acceder a ellas y que hay una serie de baremos y límites, en función de los ingresos, pero también del valor del alquiler para el que se solicitan. Además, la administración autonómica concede de media entre el 60 y el 68% de las peticiones, lo que, dado que la ayuda se concede a año vencido, supone en la práctica que muchos de los solicitantes tendrán que dejar el piso en el que vivían de alquiler y conformarse con buscar uno compartido en el que conseguir una habitación o bien, en el caso de otros muchos, regresar a la casa de los padres ante la imposibilidad de asumir el gasto.

Para una persona entre los 25 y los 35 años, con los estudios terminados y un primer o segundo empleo con un salario muy ajustado, no tiene que resultar cómodo renunciar a la independencia tanto económica como residencial o a formar su propia familia. Y el caso es un aún más desesperante para aquellas familias que se quedan fuera de la horquilla de ayudas, dado que en su caso es difícil, cuando no imposible, valerse de la casa de los abuelos, si los hay. Algunas son situaciones verdaderamente sangrantes; otras se irán solventando con el paso del tiempo y las habrá que tiran adelante parcheando el problema. Pero en ningún caso estamos ante soluciones satisfactorias, ni siquiera suficientes. Quizá fuera bueno revisar los baremos y las limitaciones en las convocatorias de ayudas o ampliar su cobertura. Y, desde luego, es necesario aumentar la oferta inmobiliaria porque muchas veces el incremento del alquiler responde a que hay menos en el mercado de las que demandan. Eso sucede en Palencia, donde a la escasez de pisos para arrendar, se une la desconfianza de los propietarios. 

Así las cosas, y si no cambian algunas políticas, esto no tiene buenas perspectivas.