Palomares, símbolos de Palencia

César Ceinos
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Calculan que existen más de un millar de estas construcciones populares a lo largo de la provincia, de los cuales un 25% está en buen estado y otro 50% se conserva de forma regular

Imagen de la restauración de un palomar en Santoyo - Foto: Palomares de Palencia

Muchas localidades palentinas pueden presumir de símbolos que quedan en la mente de sus vecinos e, incluso, de los viajeros que cruzan la provincia en autobús, coche o ferrocarril. Las torres de las iglesias, visibles desde kilómetros a la redonda, quizá sean los iconos más conocidos, pero también están los silos, sobre todo en lugares cerealísticos, y los palomares, que son numerosísimos a lo largo y ancho de la provincia, y cuyos materiales y características se ajustan a la idiosincrasia de la comarca.
«Son parte de la historia de Palencia.Son edificios que perdieron su función, pero por el valor identitario merecen una conservación», detalla Pilar Díez, la coordinadora de  Palomares de Palencia, una iniciativa en la que colaboran la Diputación y la delegación de Palencia del Colegio Oficial de Arquitectos de León (COAL) con el objetivo de difundir y proteger este patrimonio arquitectónico de la provincia, que en el pasado sirvió de sustento económico de muchas familias, ya que vendían los pichones y podían utilizarse sus excrementos como fuente de nitrato para la siembra. 

Estiman que existen un millar de edificios de este tipo en la provincia, si bien desde Palomares de Palencia tienen registrados y estudiados en la actualidad unos 300. De ellos, calculan que en torno al 25% se encuentra en buen estado y el 50% se conserva de forma regular, aunque con operaciones de mantenimiento no muy complicadas se puede prolongar la vida de los edificios. De hecho,Díez comenta que «las ayudas económicas de la Diputación se enmarcaron en ese ámbito de actuación: son un apoyo al mantenimiento y a la conservación». El 25% restante  está en mal estado y necesitarían una inversión importante para su recuperación y, aproximadamente uno de cada diez de la provincia, en ruina total.

Díez asegura que deberían potenciarse más estas construcciones ya que, bajo su punto de vista, «son un ejemplo de cómo la arquitectura se adapta al territorio». «Es la seña de identidad de nuestro territorio rural», añade. Para explicar su opinión comenta que los palomares de Tierra de Campos suelen estar construidos a base de adobes, con la técnica de la tapia o con entrullados como revestimientos. Además, se refuerza con ladrillo macizo, «que no deja de ser tierra cocida», aclara. En cambio, en la comarca del Cerrato aparecen edificios de piedra, de mampostería o de morteros en los que aparece el yeso. «Había muchas yeserías por esa zona de la provincia»,  recuerda la coordinadora.

No son pocas las personas en la provincia que coinciden conDíez y ponen de su parte para que los palomares reluzcan en todo su esplendor. Un buen ejemplo lo encontramos en la persona de Alejandro Marcos, de Santoyo, que admite que restauró el edificio, que pertenece a su familia, por  «motivos sentimentales», ya que le trae recuerdos de cuando era niño. «Ahora mismo es antieconómico. La rentabilidad es cero», asegura el propietario, quien recuerda que su abuelo vendía pichones al conocido mesón de Villasirga para que se los sirviera a sus clientes.Pero de eso han pasado ya muchos años.

REHABILITACIÓN. Por otro lado, el Ayuntamiento de Villaherreros cuenta con un palomar con un deterioro importante ubicado en el término municipal de la localidad y la intención de la Corporación es restaurarlo, ponerlo en valor y ofrecer un recurso turístico más a los visitantes que se acerquen hasta este punto de la provincia, según explica el teniente de alcalde, Ricardo Gutiérrez.

La intervención planteada contempla, además, la creación de elementos de sombra y descanso que, a su vez, contengan información divulgativa de la arquitectura tradicional característica del municipio.Además, está construcción, que es visible desde la autovía del Camino de Santiago (A-231) y las bodegas de SanPedro, se vinculará a la ruta del Sisón (itinerario paisajístico y cultural circular) de 16,5 kilómetros entre las localidades de Villaherreros y Villasarracino.

Por su parte, Luis Ángel Delgado  también apostó por mantener en pie su palomar porque cree en el valor de la restauración, que está situado en Astudillo. Empezó a rehabilitar la edificación, que tiene forma de castillo y está rodeada por una tapia, hace dos años. De hecho, fue uno de los beneficiarios de las ayudas de la Diputación para conservar, rehabilitar y restaurar palomares y otras construcciones tradicionales características de la arquitectura tradicional de la provincia que en los últimos cuatro años ha inyectado 54.714 euros a los propietarios que luchan por mantener en pie y con buen aspecto estas edificaciones. 

En 2020 fueron subvencionadas cinco intervenciones en Revilla de Campos,Cisneros,Autillo de Campos,Villarramiel y Belmonte de Campos; en 2021, otras tantas de Boadilla del Camino, Soto de Cerrato,Villovieco, Melgar de Yuso y Támara de Campos; en 2022, cinco de Astudillo,Villarramiel, Santoyo, Cervatos de la Cueza y Hontoria de Cerrato y en 2023, un palomar de Autilla del Pino. La convocatoria de 2024 está pendiente de adjudicación y, a la hora de la concesión, se valorará el estado del inmueble, el estudio técnico, el interés etnográfico, la recuperación integral y la adecuación del entorno y la accesibilidad al inmueble. Además de las obras en palomares también se incluyen en las ayudas las actuacuiones en casetas de era, colmenares tradicionales, cabañas o chozos y corralizas, guardaviñas, molinos o batanes y lavaderos.

De hecho, Delgado, que aunque tenga el palomar enAstudillo es de Valbonilla, tiene intención de restaurar una caseta de pastor.El objetivo es el mismo: «mantener el patrimonio histórico». «Quiero conservarlo», concluye.