Al ritmo de una jota castellana comenzó la última jornada del Festival Palencia Sonora. Pese al cansancio por los más de 40 conciertos de este fin de semana, los amantes de la música tuvieron la energía suficiente para las dos últimas citas de esta vigésima primera edición.
A las puertas del recinto, El Nido inauguró este último día de la mano de unas melodías folclóricas y propias de las tierras castellanas. Siguiendo con su sello de identidad, las canciones de la agrupación burgalesa animaron a los cientos de asistentes que quisieron despedir presencialmente el festival. El cuarteto formado por Rodrigo Cachorro, Álvaro Herreros, Eneko Lekunberri y Nacho Prada dio especial importancia a los trabajos de su segundo álbum, Refugios a cielo abierto (2022), en un repertorio muy marcado por la música de raíz.
No faltó el guiño a la cultura popular palentina cuando por los altavoces sonó «por el río Carrión pasaba un submarino». Los aficionados se encargaron de continuar la letra a viva voz.
La responsabilidad de poner fin a esta vigésima primera edición recayó sobre Camellos. La formación madrileña, compuesta por Fer Naval, Tommy Dewolfe, Jorge Betrán, Abel Maregil y Paco Ríos, dio cuenta de su irreverencia con unos trabajos marcados, como viene siendo habitual en el grupo, por el humor negro.
CAMPING. La estampa de un camping prácticamente vacío era la señal más representativa de que el Palencia Sonora había llegado a su fin. Los más rezagados mantenían sus últimas conversaciones alrededor de la tienda de campaña, posponiendo la hora de salida hasta el último momento.
Una fuerte resaca emocional, fruto de todo lo vivido desde el jueves, era el denominador común de todos aquellos que abandonaban el recinto. Apenas una decena de tiendas de campaña era lo que quedaba después de un fin de semana lleno de diversión, color y pasión por la música.