La cueva de la mora

Fernando Pastor
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Una leyenda a la que se recurre en muchas localidades, lo que indica que es un tema recurrente en el imaginario popular

La cueva de la mora

El profesor Mariano Diez Loisele me contó otra leyenda relacionada con San Juan. 

Esta leyenda estaría localizada en una encrucijada entre Esguevillas de Esgueva, Piña de Esgueva, Villafuerte de Esgueva y Castrillo Tejeriego, lugar en el que existía un poblado denominado Alcubilla de Valdesgueva y junto a él, el Pico de la Alcubilla.

Este pico presenta restos que delatan la existencia pretérita de una fortaleza o al menos una torre de defensa. No es de extrañar, ya que la zona fue escenario de escaramuzas entre cristianos y árabes y que el lugar es un punto estratégico desde el que se divisa por un lado hasta Valladolid y por el otro hasta Encinas. 

Esta torre de defensa podría haber pertenecido a los árabes. De hecho la palabra 'alcubilla' es una palabra árabe que significa gran arca, o gran depósito de agua.

La leyenda cuenta que en la ladera del pico de la Alcubilla hay una cueva en la que habita el fantasma de una mora que allí vivió y cada año, el día de San Juan, sale de la cueva y a través de un pasadizo secreto baja hasta el río Esgueva a coger agua para todo el año, almacenándola en ese gran depósito que da el nombre de Alcubilla. 

El día de San Juan, los niños quedaban para ir a ver si la mora salía a por agua.

Esta leyenda tiene una base literaria, ya que Gustavo Adolfo Bécquer escribió La leyenda de la cueva de la mora, en la que habla de una fortaleza árabe que fue conquistada por los cristianos, y una mora, la hija del alcalde de la fortaleza, se enamoró del capitán de los cristianos y se quedó allí con él. Los musulmanes respondieron sitiando y asaltando la fortaleza, logrando herir al capitán de los cristianos. Ante ello la mora ocultó a su amado en un pasadizo secreto que conducía hasta el río para poder salir a por agua para aliviarle la fiebre que le causaban las heridas. Salía por la noche con el casco del guerrero y en una ocasión recibió el impacto de una saeta. La mora, herida de muerte, entró en la cueva y allí falleció, sin que nadie la encontrase. Desde entonces su espíritu sale a por agua todos los años el día de San Juan.

La similitud de la leyenda de Bécquer con la del Pico de la Alcubilla es grande. Además, las características del entorno que describe Bécquer coinciden: cuenta que cerca de ese monte había unas viñas, y precisamente la zona de Piña que está justo debajo del pico de la Alcubilla se llama Valdeviñas. Todo parecía apuntar que Bécquer se inspiró en esta zona para su leyenda, pero el propio Bécquer indica que se inspiró en el río Alhama, en la provincia de Soria. 

El magnífico blog de Mariano Diez Loisele cuenta que existe otra versión de la leyenda que indica que la mora no se enamoró del capitán de los cristianos, sino de un capitán bereber de la guardia de su padre, y que fue este quien falleció al recibir el impacto de una ballesta lanzada por las fuerzas cristianas. Cuando los árabes abandonaron la fortaleza, la mora decidió quedarse allí, junto al cadáver de su amado. Y desde entonces se la ve (a su espíritu) salir por las noches a por agua con un cántaro.

Sea como fuere, la leyenda se convirtió en vox populi. 

También cuenta el blog de Mariano Diez Loisele que en el año 1181 se estableció en el lugar la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, posteriormente conocida como Orden de Malta, cuyos caballeros, mezcla de monjes y guerreros y grandes enemigos del Islam, se propusieron combatir la leyenda de la mora, calificándola de mera fantasía y amenazando con juzgar por brujería a quien creyera en ella. 

Pero la amenaza tuvo el efecto contrario: aumentó la creencia en ella y por ende los conflictos. Una noche de San Juan, un vecino, apuntando al pico de La Alcubilla, dijo estar viendo a la mora. La 'visión' se propagó como la pólvora y la muchedumbre a coro afirmaba verla también. A la mañana siguiente, los caballeros de la Orden no se anduvieron con chiquitas, ascendieron al pico y destrozaron los muros (ya ruinas) de la antigua fortaleza y taparon la entrada a la cueva, obligando a los habitantes a secundarles en la labor, prohibiendo además, volver a hablar en público de la leyenda bajo pena de grandes castigos.

La Orden de San Juan de Jerusalén siguió la estela de la reconquista y a medida que esta avanzaba los caballeros se fueron desplazando hacia el sur de la península, por lo que abandonaron el lugar. Pero la represión sobre los habitantes a cuenta de la leyenda no acabó, ya que el 1 de noviembre de 1478 el Papa Sixto IV instauró la inquisición mediante la bula Exigit sincerae devotionis affectus, y con ella la creencia en la leyenda volvió a ser perseguida. De hecho en Esguevillas existió la figura de Familiar de la Inquisición, que a cambio de prebendas delataban a vecinos ante el Santo Oficio, pudiendo el acusado acabar en la hoguera. 

También de Esguevillas era Gaspar Gallego López (y su mujer, María Pina Martínez, de Población), elegidos ambos por su «fe recta y limpieza de sangre» para viajar a las tierras de Hispanoamérica acompañando al virrey. 

Vecinos de Esguevillas, picados por la curiosidad, han buscado la cueva en el Pico de la Alcubilla. Pero sin rastro que delatara la existencia de la mora. Con posterioridad he escuchado leyendas similares en otras localidades, lo que indica que es un terma recurrente en el imaginario popular.

Muy cerca de allí, en la localidad de Villarmentero de Esgueva, relatan algo similar. Lo localizan en un pico denominado Cuesta Castillo, que según la leyenda está hueco, lo que permitiría su utilización por los moros para refugiarse, y que tendría unas escaleras que bajan hasta el río. 

Hacia este pico conduce el denominado Camino del Palacio, lo que da idea de la existencia pretérita de un castillo o palacio, del que actualmente no hay más que algunas piedras y una especie de sima de la que parten lo que parecen unas escaleras que descienden por lo que pudiera ser un pasadizo. 

Pero nadie, ningún vecino, conoce a nadie que se haya adentrado en él.