«Lo mejor para mí, más allá de escribir poemas, es ser poeta»

Pablo Torres
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El poeta Sergio García Zamora (Santa Clara, Cuba, 1986) inicia hoy la primera de las cuatro sesiones del curso primaveral de creación poética organizado por el Ateneo. En esta primera jornada tratará el papel de la poesía, el poema y el poeta

Sergio García Zamora - Foto: Álvaro Tomé

El poeta cubano Sergio García Zamora (Santa Clara, 1986) tuvo su primer contacto con Palencia en 2019, cuando atravesó el océano Atlántico para recoger el premio internacional de poesía Jorge Manrique, convocado por la Diputación y elAyuntamiento de Paredes de Nava. Desde ese momento, puso su mirada en la localidad terracampina, aunque sus planes de trasladarse a ella se vieron interrumpidos por la pandemia de la covid-19. 

En enero de 2023, García se trasladó definitivamente a Paredes junto a su familia en el marco del proyecto Arraigo. Desde entonces, ha escrito sus textos desde la provincia.

Si tuviera que recomendar un poeta para acercar al público a la poesía, ¿cuál sería?
Recomendaría a autores del siglo XX. Están más cercanos a la forma que tenemos de discursar que los clásicos. Nadie puede escribir como San Juan de la Cruz u Homero. En ellos hay que buscar los valores que han acuñado y forman parte del imaginario, pero la forma de hacer discurso hoy en día está más cercana a la vanguardia. 

Un poeta actual y cuya grandeza siempre está ahí es Walt Whitman. A pesar de ser del siglo XIX, parece que escribió ayer su poesía. 

A un lector español le recomendaría empezar por la Generación del 27, sin olvidar a los padres tutelares como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. A un joven cubano le diría de leer al grupo Orígenes. A los latinoamericanos, en general, les recomiendo a los poetas de la vanguardia, como César Vallejo o Pablo            Neruda.

¿Qué diferencias identifica entre la poesía española y la cubana?
Varios autores cubanos han adoptado el ser de isla. Conciben al poeta como una criatura de isla en Cuba, con una sensibilidad supuestamente distinta a la del ámbito continental. Por su parte, los poetas continentales, en este caso los españoles, tratan de ir hacia una poesía más íntima y familiar.

Son dos formas distintas con condicionamientos históricos. Muchos jóvenes españoles siguen influenciados por la poesía de la experiencia, mientras que los cubanos están marcados por la crisis cada vez más atroz que atraviesa el país. 

No obstante, hay muchos puntos de contacto entre ambos estilos. 

¿Qué puntos comunes reconoce?
Hay un deseo de hablar siempre del hombre en su entorno familiar. Es una defensa de lo íntimo, que ojalá logre elevarse a lo universal. 

En el fondo, creo que hay una preocupación por el ser, la identidad, aunque no se afronte directamente en los discursos. 

Son estos los dos puntos fundamentales, así como la herencia en ambos de la vanguardia tardía. Hay mucha presencia del surrealismo en la poesía de los jóvenes cubanos y españoles. 

¿Por qué se inició en la poesía?
Tuve la suerte de descubrir a una edad temprana cuál era mi vocación: ser un poeta. Hay quienes son conscientes de la suya, pero tardan en cumplir ese destino, y eso les lleva a la frustración. 

A los 17 años publiqué mi primer cuaderno de poesía. Desde ese momento, supe que lo mejor que había sobre la tierra para mí, más allá de escribir poemas, era ser poeta. 

No considero que exista un hecho concreto, algo que solemos hacer con la historiografía. Fue un proceso más misterioso. Los inicios son parte de un misterio. 

Sobre los 15 años, empecé a tener consciencia de mi ignorancia. Tenía mucho por leer y escribir hasta lograr un texto que tuviese cierto decoro. Así fueron mis inicios. Mis cercanos me ayudaron, pero ellos, al igual que yo, no podían saber cuál era mi destino. 

Más que el comienzo, podría señalar el fermento de la cuestión formadora: mi infancia con mis abuelos. Ellos eran prácticamente analfabetos, pero tenían un alto sentido de la ética. Empecé a encontrar belleza en esa cuestión. 

Esa belleza fue también por haber nacido en un pueblo y tener a primera vista un paisaje poético. Las visiones de entrar en un campo de arroz cuando estás en la planitud de un campo de espigas y ver el amanecer fue también algo formador. Con el paso de los años, esas imágenes vuelven sin necesidad de evocarlas. Me dieron el sentido de lo que es la poesía.

El primer libro que me regaló mi padre era un muestrario de los caracoles de Cuba. Apenas tenía palabras. La misma espiral del caracol representa a los símbolos que me siguen en mi poesía. Que hubiera más influencia de la imagen que de la palabra fue fundamental. 

Inicia hoy el curso primaveral de creación poética en el Ateneo. ¿Cómo valora este tipo de iniciativas para poder acercar la poesía a los ciudadanos?
El público siempre ha estado temeroso de la poesía, pero esta no ha perdido su carácter de verdad. El poeta utiliza una materia que está actualmente muy denigrada: la palabra. No obstante, la poesía es más que la palabra, es la palabra de lo que es verdadero.

Un lector es capaz de leer una mala novela de 300 páginas, pero es incapaz de hacer lo propio con un mal libro de poesía de 50. Aunque sea menor, la exigencia de un poeta es mayor respecto a la prosa. 

Por lo tanto, la poesía me parece que sigue siendo el último discurso de lo sagrado. Esta iniciativa lleva a seguir educando en la sensibilidad lectora. Ningún poeta es mejor que sus lectores: es sus lectores. Y estos últimos también son el poeta. 

Este tipo de jornadas contribuyen a recobrar algo que es natural, algo que hemos empezado a ver como extraordinario, que es el ir a escuchar a poetas para ver qué tienen que decir. Es fundamental, al igual que lo es ir a escuchar a filósofos. Los autores de la poesía están diciendo una verdad que, si bien no han encarnado todavía, está en su deseo de que sea profética. 

La religión juega un papel importante en su obra
Es más bien la parte que toca al cristianismo. No es que la Biblia sea un libro, sino que es ya un pilar del pensamiento y la cultura occidental.

Las referencias bíblicas consiguen devolverle el carácter sagrado a la escritura, y eso es lo que yo he tratado de hacer.