Hace 6 años cené con mi familia y dos jóvenes hermanos de Gaza que su padre había mandado a estudiar a París después de haber estudiado con unas monjas católicas en Palestina. La conversación osciló desde Avicena y Averroes hasta la situación en Gaza. Decían en ese momento que no había futuro allí y que no confiaban en los dirigentes políticos. La relación con Israel no era tan amistosa como la que tenía Salam con la judía que le había alquilado el apartamento. Pasado el tiempo, entiendo las reservas o sospechas que aquellos muchachos mostraban hacia sus dirigentes políticos: les gobernaba un grupo terrorista, capaces de realizar la matanza del 7 de octubre del 2023, con 1.200 muertos y 240 rehenes. Si son capaces de cometer esta atrocidad, no sorprende que sojuzguen a la propia población y construyan infraestructura militar en sótanos de hospitales, escuelas y mezquitas… Lo cual es una cobardía absoluta y un desprecio de sus conciudadanos. Toda la población de Gaza es víctima fundamentalmente de Hamás y después del ejército de Israel. He visto en un telediario unas imágenes donde unos terroristas de Hamás mataban a unos ciudadanos gazaties que les disputaban ayuda humanitaria. En el 2023, España dio 50 millones de euros en ayuda al desarrollo para Palestina: ¿desde la oficina de Jerusalén España controla que esa ayuda no caiga en manos de Hamás? ¿Estamos seguros que no estamos financiando el terrorismo de Hamás? Las campañas de la izquierda occidental y de España en particular contra Israel, me perece de un cinismo escandaloso. Me gustaría saber cuántos de estos «apóstoles» de la paz se quedarían con los brazos cruzados si matasen delante de ellos a sus padres, hermanos y violasen a sus mujeres. No justifico ninguna muerte, pero cuando las relaciones humanas se rompen y aparece la desgracia infinita que es la guerra, la moral quiebra, y ya no hay buenos ni malos sino objetivos militares. Esta izquierda española que está utilizando esta tragedia para cubrir sus propias vergüenzas y corrupciones, no cree en las víctimas: los chacales hablando de paz. Al final estoy como los dos jóvenes gazaties: yo tampoco confío en los dirigentes políticos de España. ¡Shalon Israel!