De entre las leyes no escritas del fútbol, existe la 'ley del ex', la que aumenta de forma exponencial la probabilidad de que si alguien te va a meter un gol en un partido, lo hará el jugador que vistió tu camiseta en un pasado. Por supuesto, no hay rigor científico alguno en la afirmación, pero sí mucha probabilidad de que suceda en el caso que atañe al duelo más interesante de la jornada: el Barça-Atlético.
Antoine Griezmann es, con el permiso de Jude Bellingham, el mejor jugador del campeonato hasta la fecha. En una temporada excelsa, el de Maçon ha disputado 18 encuentros, con 13 tantos y dos asistencias a los que añade un despliegue físico descomunal y un trabajo exquisito en la recuperación del esférico. El Atlético finalmente ha hecho lo que Francia lleva haciendo más de siete años: darle libertad de movimientos para que salga todo el (muchísimo) fútbol que lleva encima.
A sus 32 años, vive uno de los mejores momentos de su carrera. Y será la principal amenaza rojiblanca en el Lluís Companys esta noche: el bloque rojiblanco mide seriamente la profunda crisis de juego del cuadro culé, que podría descolgarse de LaLiga si encaja otra derrota: lleva sin ganar por más de una diana de diferencia en los últimos cuatro partidos que ha jugado, donde el rival siempre se ha puesto por delante, una circunstancia que el 'Atleti' del 'Cholo' no suele dejar escapar. Desde que llegó el argentino al banquillo, si marca el primer gol gana el 87 por ciento de sus citas.
Azulgrana
Su traspaso al Barça tuvo prolegómenos y polémica, pero también mucho dinero sobre la mesa. Una operación ruinosa para los catalanes y, finalmente, más que válida para los madrileños. Esos prolegómenos datan del 14 de junio de 2018, en las vísperas del Mundial (del que saldría campeón), cuando se emitió el documental La Decisión: se especulaba sobre su salida del club rumbo a Barcelona, pero allí anunció que se quedaba en la capital.
Con el ambiente enrarecido, solo tardó un año en tomar el puente aéreo rumbo al Camp Nou: 120 millones de euros tuvieron la culpa. Y allí empezó un período de dos temporadas en el que jamás llegó a desarrollarse como jugador. Esa libertad que necesita era 'coto privado' para Leo Messi. Se especuló mucho sobre la convivencia imposible de ambos sobre el césped, y lo cierto es que la 19/20 fue un desastre para el Barcelona en general y para 'Grizi' en particular: apenas nueve tantos en Liga (frente a los 25 de Leo y los 16 de Suárez) en una campaña en blanco para los blaugranas, que sellaron la temporada de la Covid con el inolvidable 2-8 de Champions ante el Bayern (partido en el que fue suplente).
Koeman fue el siguiente inquilino del banquillo, pero poco mejoró para el francés. Anotó 13 dianas y logró levantar la Copa del Rey, pero vio cómo su Atlético se llevaba LaLiga… con Luis Suárez en la delantera. De alguna forma, ambas partes (jugador y Barça) sintieron que se habían equivocado y trataron de corregirlo. Griezmann volvió como cedido al Metropolitano y en la 21/22 vivió un año convulso por las críticas de la afición y la única lesión medianamente grave (mes y medio de baja) de toda su carrera. Pero, poco a poco, fue ganándose un perdón que hoy son ovaciones sistemáticas. Ya pertenece de pleno derecho al 'Atleti', que lo recompró finalmente por 20 millones, y lo disfruta como el guía de la ofensiva del equipo.
Con su juego entre líneas, casi siempre indetectable, hoy pone a prueba a una defensa extrañamente inestable (la mejor del pasado curso). Una zaga en la que ya solo le queda Araújo: Piqué, Lenglet, Alba, Mingueza, Umtiti… todos los de la época azulgrana de Griezmann dejaron ya el club. Y del 'once tipo' de la 20/21, solo resisten Ter Stegen, Pedri y Frenkie de Jong.