La delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, aseguró ayer en Palencia que la sociedad española no olvida a aquellos que fueron asesinados por «proteger nuestra libertad y democracia» durante el acto de homenaje a los siete agentes palentinos de la Guardia Civil que fueron víctimas de la banda terrorista ETA.
Barcones participó este viernes en la Comandancia de Palencia en el acto de homenaje a los agentes muertos por la banda terrorista y que consistió en la designación de los edificios del acuartelamiento con el nombre precisamente de los siete agentes palentinos abatidos por la banda criminal.
Un acto en el que la delegada del Gobierno en la Comunidad estuvo acompañada por el subdelegado del Gobierno en Palencia, Ángel Domingo Miguel Gutiérrez; el general de División Jefe de la Zona de Castilla y León, Luis Antonio del Castillo; el teniente coronel de la Comandancia de Palencia, Rafael Campos; el delegado territorial de la Junta, José Antonio Rubio; así como responsables de la Policía Nacional, Policía Local y la Subdelegación de Defensa; del Ayuntamiento de la capital y la Diputación Provincial.
Miguel Gordo, Antonio Pastor, Luciano Mata, Francisco Mota, Justino Quindós, Juan José Catón y Adrián González, de izquierda a derecha. - Foto: DPEl teniente coronel jefe de la Comandancia, Rafael Campos, explicó en su intervención el sentido de esta iniciativa, por la que los edificios del acuartelamiento palentino llevan el nombre de los siete guardias civiles palentinos asesinados por la banda terrorista ETA y que eran naturales de Puebla de Valdivia, Villambrán de Cea, Frechilla, Cillamayor, Ampudia y dos de la capital.
«Un gesto humilde para honrar su memoria», manifestó Rafael Campos, quien se dirigió a los familiares presentes para asegurarles que sus «hermanos, esposos y padres cumplieron con su deber» y que su asesinato ha servido «para que otros disfrutemos hoy del bien más preciado, como es la libertad».
De la misma forma, Virginia Barcones recordó que el terrorismo etarra asesinó a 243 guardias civiles e hirió a más de 500 y que ETA atacaba a la Guardia Civil «para atacar al Estado español y para intentar sembrar el pánico entre todos los españoles».
Miguel Gordo, Antonio Pastor, Luciano Mata, Francisco Mota, Justino Quindós, Juan José Catón y Adrián González, de izquierda a derecha. - Foto: DP«Los integrantes de la Guardia Civil y los miembros de la Policía Nacional eran la primera línea de defensa del país como lo siguen siendo hoy ante cualquier acto delictivo», reiteró Barcones, quien subrayó que las acciones terroristas de ETA «dejaron por el camino un reguero de sangre, una larga lista de asesinatos y un dolor infinito en los familiares de las víctimas».
LA SOCIEDAD NO OLVIDA. Por eso, señaló que la sociedad no olvida a aquellos que fueron asesinados por el mero hecho de «proteger nuestra libertad y democracia», sino que se les recuerda en muchos actos como el celebrado ayer en Palencia.
«No queremos, no podemos, no debemos olvidar a los siete guardias civiles palentinos asesinados por el terrorismo» insistió Barcones. Por ello, los nombres del sargento primero Luciano Mata Corral, de Puebla de Valdivia, asesinado en Las Arenas en 1978; del cabo Miguel Gordo García, de Villambrán de Cea, asesinado en Baracaldo en 1976; y de los guardias civiles Francisco Mota Calvo, de Frechilla, asesinado en Azpeitia en 1979; y Antonio Pastor Martín, de Palencia, asesinado en Herrera de Rentería en 1979.
También Adrián Dionisio González Revilla, de Cillamayor, asesinado en Arrechavaleta en 1986; Juan José Catón Vázquez, de Palencia, asesinado en Madrid en 1986, y Justino Quindós López, de Ampudia, asesinado en Azcoitia en 1980, lucen en placas colocadas en los edificios del acuartelamiento palentino.
Miguel Gordo, Antonio Pastor, Luciano Mata, Francisco Mota, Justino Quindós, Juan José Catón y Adrián González, de izquierda a derecha. - Foto: DPTodos ellos dejaron viudas, huérfanos, padres y madres «cuyas vidas se tiñeron de negro para siempre y cuya amargura sufrió también la sociedad española», añadió Barcones quien señaló que las víctimas del terrorismo deben seguir estando siempre presentes en la memoria colectiva de este país.
«Y sus familiares deben sentir nuestro apoyo que sirve también para deslegitimar cualquier acto terrorista y el uso de la violencia», concluyó la delegada del Gobierno para añadir a continuación que «las generaciones venideras deben ser conscientes del dolor que provoca al terrorismo para impedir que una situación similar vuelva a suceder».
Nombres de calles para recordar: Los agentes Antonio Pastor Martín y Francisco Mota Calvo están en
el callejero de la capital y Adrián González Revilla, en el de Cillamayor
Diario Palentino, en un amplio reportaje publicado el 6 de abril de 2017, contabilizaba hasta 10 casos concretos de víctimas mortales naturales de la provincia en la sangrienta historia de los terroristas de ETA: siete guardias civiles, dos miembros del Ejército y un agente de la Policía Nacional. Los más conocidos -por la efemérides y por el hecho de que un pleno municipal celebrado en febrero de 2010 aprobó que dos calles de la capital llevaran su nombre- son los agentes de la Benemérita, Antonio Pastor Martín y Francisco Mota Calvo.
Miguel Gordo, Antonio Pastor, Luciano Mata, Francisco Mota, Justino Quindós, Juan José Catón y Adrián González, de izquierda a derecha. - Foto: DPAdemás, la Junta Vecinal de la localidad de Cillamayor decidió en enero de 2013, por unanimidad, dedicar una de sus calles a la memoria de Adrián González Revilla, guardia civil nacido en ese municipio y fallecido en Arrechavaleta (Guipúzcoa) en un atentado el 26 de julio de 1986.
Francisco Mota Calvo fue herido en Azpeitia (Guipúzcoa) por un artefacto explosivo el 13 de enero de 1979. Estaba escondido en el paquete sospechoso que analizaba junto a su compañero. Tenía 29 años, estaba casado y era padre de un niño. Luchó contra las graves heridas que le había provocado la explosión, pero murió dos días después del atentado.
Antonio Pastor Martín, soltero, tenía 24 años y acababa de llegar a su destino en el Cuartel de la Guardia Civil de Herrera de Rentería cuando unos etarras le dispararon desde un coche el 29 de julio de 1979.
Miguel Gordo, Antonio Pastor, Luciano Mata, Francisco Mota, Justino Quindós, Juan José Catón y Adrián González, de izquierda a derecha. - Foto: DPMiguel Gordo García, de 41 años y natural de Villambrán de Cea, murió electrocutado en Baracaldo (Vizcaya) al retirar una ikurriña colocada en un cable de alta tensión en la calle León, frente al edificio de Telefónica, el 11 de abril de 1976. Dejó viuda y un hijo.
Luciano Mata Carral, sargento de la Guardia Civil de 55 años, era natural de La Puebla de Valdivia. Estaba casado y tenía dos hijos. Le faltaban cuatro días para jubilarse cuando el 22 de octubre de 1978 miembros de la banda terrorista ETA le ametralló junto a otros tres compañeros que volvían andando al cuartel de Las Arenas (Vizcaya).
Justino Quindós López, de 60 años, era natural de Ampudia. La víctima había abandonado ya la Guardia Civil antes de ser asesinado en Azcoitia (Guipúzcoa) el 28 de junio de 1980. Dejó viuda y dos hijos.
Miguel Gordo, Antonio Pastor, Luciano Mata, Francisco Mota, Justino Quindós, Juan José Catón y Adrián González, de izquierda a derecha. - Foto: DPEl 25 de abril de 1986, cinco miembros de la Guardia Civil resultaron muertos, entre ellos el palentino Juan Catón Vázquez, de 30 años y soltero, y cuatro más heridos graves en un atentado terrorista con coche-bomba cometido por ETA en pleno centro de Madrid.
TRES ASESINADOS MÁS. Además, de los siete guardias civiles asesinados por ETA, la Policía Nacional y el Ejército también sufrieron víctimas mortales entre sus miembros nacidos en la provincia de Palencia.
El coronel Luis de la Parra Urbaneja murió a manos de la banda terrorista ETA en Irún. El coronel, de 63 años, recibió dos tiros a bocajarro cuando salía de su trabajo en la localidad fronteriza. El atentado ocurrió a las 13 horas del día 24 de junio de 1981, cuando tres terroristas del Comando Donosti le esperaban enfrente de su trabajo en las oficinas de los Cines Bidasoa de la localidad de Irún.
Luis Navarro Izquierdo, de 26 años, era natural de Ampudia. Pertenecía a la Segunda Compañía de la Reserva General de la Policía Nacional que había llegado al País Vasco días antes del atentado en Basauri para reforzar a la plantilla policial de Vizcaya. Un coche bomba acabó con su vida el 16 de mayo de 1985.
Por último, Enrique Aguilar Prieto, de 52 años, murió en atentado en Madrid en la mañana del 5 de junio de 1991. Era cartógrafo y teniente del Ejército del Aire, según los datos publicados en su momento.