Con el último auto del Tribunal Supremo en el que rechaza los recursos de los líderes independentistas por no ser beneficiarios de la ley de amnistía, porque no pagaron de su bolsillo la organización y realización del referéndum ilegal del 1-O, y dado que el asunto pasará a depender muy pronto del Tribunal Constitucional y previsiblemente, un poco más allá de la justicia europea; y después de que el debate sobre unos futuros Presupuestos Generales del Estado y el problema de la financiación autonómica como consecuencia del 'concierto 'catalán haya entrado en el impasse de la celebración de los congresos de Junts y ERC, el PP ha decidido que es la hora de dedicarse a hacer propuestas sobre las cosas de comer de la ciudadanía, a ofrecer "soluciones a los problemas" de la gente como ha afirmado su portavoz, Borja Sémper.
El PP está decidido a dar un "giro social" a su labor de oposición, a convertirse en un partido propositivo para no aparecer siempre como "avinagrado" -como le definió Pedro Sánchez- y a presentar iniciativas legislativas. Podrán ser más o menos acertadas, o levantar las sospechas o las críticas de quienes pueden ser los beneficiados o perjudicados de la medida, pero algo es algo y se echaba en falta. La presentación de una proposición de ley a corte social como la que afecta a la conciliación familiar es un buen banderín de enganche, lo mismo que la predisposición del líder del partido, Alberto Núñez Feijóo a hablar de una distribución distinta de la jornada laboral o a presentar una alternativa a la ley de vivienda del Gobierno. Bien estará si no es solo una táctica cortoplacista.
La apuesta por el giro social de Feijóo es muy fuerte y solo se le puede desear que le salga bien porque no le van a faltar enemigos por el camino que ya han empezado a manifestarse y que son los mismos de siempre, con los que ha tenido que contemporizar, los que le hicieron perder la vitola de moderado, si es que alguna vez realmente lo fue, y que están dispuestos a torcerle el brazo nuevamente al presentarle como un peligroso socialdemócrata dispuesto a aumentar el gasto público con algunas de las medidas que propone. Son la troika neoliberal formada por unos medios de comunicación que le marcan el camino, el ala durísima del PP -Aznar y FAES, junto al binomio Esperanza Aguirre e Isabel Díaz Ayuso, maestra y alumna aventajada-, y la CEOE, a quienes no les ha gustado el cambio de rumbo porque se encuentran más cómodos en el encontronazo directo con el Gobierno, a pesar de que todos los asuntos relacionados con Cataluña presentan fatiga de materiales, o que algunos líderes autonómicos populares deseen aflojar la tensión para que Junts dé vía libre a los presupuestos y aumentar sus recursos.
El 'giro social' viene acompañado del distanciamiento de Vox en cuestiones como la memoria democrática y en parte con la política de inmigración que pasa de la visita de Feijóo a Grecia e Italia y de relacionar inmigración con delincuencia a buscar una solución efectiva a la situación de Canarias. Cuando la ultraderecha se merienda en Europa a los partidos conservadores el PP ha resistido a Vox. Si busca ensancharse por el centro fortaleciendo su imagen del alternativa, y deja de mimetizarse con el partido de Abascal, prestará un mejor servicio al país.