El fútbol, a veces generoso y en ocasiones puñetero, ha obligado a Aleix García a nacer dos o tres veces. Las entrevistas en las que recuerda su carrera están llenas de frases en las que reconoce, sin tapujos, que el deporte que más ama le fue dando palos hasta curtir el futbolista que es hoy, el líder del líder de Primera, uno de los centrocampistas de moda en la Liga y, ya a sus 26 años, internacional de nuevo cuño. Algunos toman atajos o tienen todo hecho para alcanzar la gloria. Otros están obligados a recorrer el camino más largo.
El mediocentro catalán empieza a deshacer la línea recta con solo ocho años, cuando el Villarreal capta para su cantera al niño de Ulldecona. De lunes a viernes, durante cinco años, sus padres recorren dos horas diarias para llevarlo a entrenar. En Castellón se va forjando un jugador diferente, de los que ven el fútbol antes de que suceda. Tanto que, con solo 16 años, se convierte en un habitual de los entrenamientos del primer equipo y con 17 debuta -de la mano de Marcelino- en Primera División.
Su talento no pasa desapercibido en los grandes mercados: el Manchester City es quien gana finalmente la puja a cambio de cuatro millones de euros (la única cantidad de dinero que ha movido en ocho años de carrera). Los métodos de Pellegrini primero y Guardiola después le seducen. En la escuela celeste va retrasando su posición en el campo y pule las condiciones del mediocampista que el fútbol moderno necesita y, de hecho, alcanza minutos con el primer equipo… sin embargo, consciente de que su papel será residual y de que el extécnico culé no quiere desprenderse de él, buscan la cesión como medio de crecimiento.
Allí encuentra por vez primera al Girona, club hermanado con el City. Fueron dos años en los que empezó a apagarse su estrella: en primer lugar, no cuajó su relación con Pablo Machín, técnico de los gerundenses en la 17/18. El estilo en Montilivi era bien distinto al que había mamado en Villarreal y Manchester, y comenzó un baile poco atractivo por las ligas más desconocidas con el objetivo de recuperar la chispa y la fe en el juego: una última cesión desastrosa en el Mouscron, con la pandemia remando en su contra, le invitó a pensar que el deporte le estaba traicionando. Tanto, que el City finalmente no renovó su contrato (no había evolución) y aceptó continuar su carrera en un proyecto 'fantasma' en el Rumanía, donde ni siquiera cobró. «Me di una hostia que me hizo madurar». Así describe Aleix su experiencia en el Dinamo de Bucarest, con el que rescindió su vínculo en enero de 2021.
Regreso
José Luis Mendilíbar intentó salvar al Eibar incorporando al tarraconense en ese punto, pero el destino todavía le negaba la sonrisa: el descenso 'armero' se consumó y Aleix regresó a una de las muchas casillas de salida de su vida, Gerona. Pero decidió reinventarse. En el gimnasio, en las horas de sueño y en la alimentación. De alguna manera, la ayuda psicológica que recibió tras el fiasco de Bucarest fue determinante. Dejó de esperar a que el tiempo le premiase: fue directamente a por el premio. Míchel y su filosofía han sido al fin las piedras en las que volver a sentir mariposas en el estómago: un ascenso primero, una salvación de las que hacen piña después y ahora, un sorprendente liderato que pasa por sus botas.
Todavía a día de hoy sigue recibiendo visitas de Guardiola. «Sigue dándome consejos:él no descansa». Puede que sea precisamente eso, no descansar ni rendirse, lo que le ha llevado a este punto.