Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Magia

11/05/2024

En un descampado olvidado, al borde de un bosque tupido, se ocultaba una cueva. Nadie se atrevía a adentrarse en ella, pues las leyendas hablaban de una bruja buena que habitaba sus profundidades. Pero el abuelo de Martín, un anciano sabio, no temía a los mitos y decidió explorarla. Una tarde de mayo, cuando el sol se escondía tras los campos de tierra, entró. La penumbra lo envolvió y sus pasos resonaron en las paredes húmedas. Allí, en un rincón, encontró una vieja sortija de plata con una piedra azul brillante incrustada. La tomó entre sus dedos y sintió una extraña conexión con ella. De regreso a casa, el hombre mostró la sortija a Martín. «Es un objeto mágico», le dijo. «Pertenece a la cigüeña que vuela entre mundos. Si la usas, podrás viajar a lugares inimaginables». Incrédulo, pero emocionado, se puso la sortija y cerró los ojos. Cuando los abrió, se encontraba en un universo distinto. El cielo era violeta, y un gato negro lo observaba desde la colina. A lo lejos, un palomar flotaba en el aire, sostenido por energías desconocidas. El crío sabía que debía encontrar a la hechicera buena para entender su propósito en este extraño lugar. Siguió la vereda de cristal que serpenteaba por cerros y valles. Encontró a la mujer, una añosa con ojos centelleantes. «Eres el elegido», le dijo. «La sortija te permite transitar entre dimensiones. Pero ten cuidado: el azar te llevará a pagos peligrosos». Martín exploró parajes de fuego y hielo, de criaturas imposibles y tecnologías avanzadas. Cada viaje lo transformaba y la sortija absorbía su esencia. Un día, en un ejido de estrellas, se encontró con un poeta llamado Neruda. Juntos recitaron versos sobre cosmos paralelos y amores perdidos. Pero la sortija tenía un precio. Martín envejecía más rápido con cada salto. El abuelo, ahora anciano y frágil, le advirtió: «El tiempo fluye de manera diferente en cada anchura. No pierdas la esperanza, pero elige sabiamente». Martín decidió regresar a su lugar, donde el abuelo lo esperaba. La sortija se apagó y Martín sintió la nostalgia de las creaciones que dejaba atrás. «¿Qué aprendiste?», le preguntó. «Pues que la magia existe en todas partes», respondió. «Y que la verdadera aventura está en el corazón de quien la busca».

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