No son el genio de la electricidad Nikola Tesla ni magnates de una gran compañía multinacional, pero producen su propia energía desde el mismo centro de la capital, a vista de pájaro de la iglesia de San Lázaro. Poner de acuerdo a todo un bloque de viviendas nunca es tarea sencilla, pero en el número 1 de la plaza de San Lázaro sus 14 propietarios han ido todos a una para constituir la «primera comunidad energética» de la provincia, lo que les convierte en dueños de su propia energía, con la que abastecen sus hogares (calefacción eléctrica, aerotermia...).
Este tipo de instalaciones nacen como un modelo de participación ciudadana en el sistema energético y su función principal es generar energía renovable a través de plantas de generación colectivas para un autoconsumo compartido. Estas comunidades pueden llevar a cabo múltiples actividades como producir, consumir, almacenar o compartir energía.
La planta fotovoltaica en cuestión está provista de 60 paneles solares, que se ubican a más de veinte metros de altura. El lugar elegido para su colocación es la azotea comunitaria, de aproximadamente 200 metros cuadrados de superficie, y con ningún uso hasta la fecha más allá del de ofrecer unas magníficas vistas de esta zona de la capital y servir de hogar para las aves.
Estas 60 placas tienen una potencia instalada de 30 kilovatios, lo que a la larga se traducirá en una importante alegría para el bolsillo de los propietarios. Más concretamente, se ahorrarán del orden de 70 euros al mes cada uno de ellos, más de 800 de aquí a fin de año que podrán invertir en otros gastos.
Además, gracias a las ayudas directas de 1.100 millones de euros a la industria renovable en España a través de los fondos europeos Next Generation, la aportación de quienes opten por este tipo de instalaciones se reduce considerablemente. Como muestra, el parque completo de San Lázaro ha requerido una inversión cercana a los 30.000 euros, que se quedarán en 20.000 tras la correspondiente subvención.
Un aliciente a mayores para invertir en este tipo de energías en un momento en el que el coste de la electricidad está por las nubes. «El precio de la energía está al doble que hace tres o cuatro años. Es el momento del autoconsumo fotovoltaico», señala Álvaro Rodríguez, CEOde la asesoría energética Stinson Solar, empresa promotora de la instalación.
Su compañía acompaña al cliente «durante todo el proceso», desde que este entra por la puerta de su oficina en la calle Colón hasta la colocación de la instalación y posterior mantenimiento. Este «todo» incluye un estudio en profundidad de cada caso, la gestión de los permisos, la elección de la compañía eléctrica con la que trabajar, la instalación y, también, la gestión de la batería virtual.
LISTA EN UNA SEMANA
La instalación está completa en apenas una semana de trabajo. En este caso concreto, se empleó una grúa de grandes dimensiones para depositar todo el material en la parte más alta del inmueble. Esta rápida respuesta hace que cada vez sean más los propietarios que se animan a invertir en renovables y cubrir con paneles solares sus tejados y azoteas. Como muestra, hay ya en marcha varios proyectos que verán la luz en el centro de la capital en los próximos meses.
Una vez que se completa la instalación, la planta se da de alta en Industria como paso previo para autorizar el reparto de coeficientes, legalizar la distribución y gestionar la compensación de excedentes.Esto permite llegar a acuerdos con las compañías energéticas para mantener las baterías virtuales, en las que se almacena el excedente.
De esta manera, la producción que se realiza por el día se almacena para cuando sea preciso. Por ejemplo, si el propietario se va de vacaciones en verano o en otra época del año, esa energía la puede utilizar el resto del tiempo.
La parte burocrática en cuanto a la gestión de excedentes y la contratación de la batería virtual es las más tediosa, si bien la planta está operativa desde el primer día. Lo habitual hasta ahora es que se tardara entre 6 y 8 meses, si bien un real decreto lo intenta acortarlo a no más de doce semanas.