«Las obras han repercutido en que más gente pueda estudiar»

Pablo Torres
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La organización para el desarrollo palentina Amidecon organiza hoy y el jueves la XII Muestra de Cine Africano en la biblioteca pública. El objetivo de las jornadas es visibilizar los problemas de la zona en la que actúan, la República Democrática

«Las obras han repercutido en que más gente pueda estudiar» - Foto: Óscar Navarro

La organización no gubernamental para el desarrollo Amidecon lleva más de una década realizando diferentes actuaciones en Birava, una localidad perteneciente a la República Democrática del Congo. Desde su formación en 2009 a manos del padre Deo, natural de la zona, y su puesta en funcionamiento en 2010, la entidad ha destinado más de 600.000 euros a diversas actuaciones enfocadas en mejorar la calidad de vida de este territorio.

¿Cuál es el objetivo de la muestra de cine Africano?
Hay dos objetivos. En primer lugar, sensibilizar a la población palentina; y en segundo lugar, complacer a los socios con unas jornadas de buen cine. Se proyectan dos películas que están relacionadas con la zona en la que trabajamos. Es algo que llevamos haciendo todos los años, y ya nos encontramos en la duodécima edición.

¿Cree que estas jornadas tienen un efecto positivo en cuanto a la visibilización de la situación que se vive en el país?
Está claro. Lo que tratamos es de visibilizar un poco la zona donde trabajamos, en el este de la República  Democrática del Congo, concretamente en la provincia de Kivu-Sur. Es una población que se llama Birava, que tiene los mismos habitantes que Palencia, pero totalmente agrícola y diseminada, y que vive en unas circunstancias realmente penosas. El 80% de la población vive con menos de 1,5 euros al día. Quien quiere educación y sanidad tiene que pagárselas. Es un país en el que, además, la administración no existe.

¿Prevén un crecimiento de la muestra de cine a lo largo de los años?
Es nuestra intención. Es el primer año que lo hacemos en una institución pública y espero que haya más gente. 

¿Cómo tuvieron conocimiento de los problemas de la zona en la que actúan?
Por un cura barnabita que se llama Deo, natural de la zona, que estuvo en Palencia unos 15 años. Él fundó la organización. Se interesó, se relacionó con la gente, formó la junta directiva y hasta hoy.

¿Se sienten respaldados por la sociedad palentina?
Creo que sí. Normalmente, la gente siempre respalda cuestiones de cooperación para el desarrollo. Lo que pasa es que hay tanta gente en situación crítica que, evidentemente, no se puede dar abasto para todo. 

Nosotros estamos satisfechos. Tenemos 171 socios y hacemos muchas actuaciones. 

¿Qué proyectos están llevando a cabo actualmente en la asociación?
Nuestros proyectos se centran especialmente en los ámbitos de la sanidad y la educación. No obstante, también hacemos algunas actuaciones relacionadas con la vivienda digna; la potabilización del agua, ya que el 80% de la población no dispone de ella; y el empoderamiento de la mujer. De hecho, tenemos una cooperativa de mujeres desestructuradas, puesto que en estos países, si las repudia el marido o son viudas de guerra, viven un caos. 

¿Cómo consiguen la financiación?
Proviene fundamentalmente de las instituciones, las cuales nos ayudan mucho. Estamos muy agradecidos a la Diputación, que es la que más dinero nos aporta al año, y al Ayuntamiento de Palencia. Hay que mencionar también que, en 2018, recibimos una suma de 18.000 euros por parte del Club Rotario Palentino. 
Por otro lado, hacemos actividades propias y nos valemos de las donaciones de los socios. 

En el último año, ¿qué actuaciones concretas han llevado a cabo?
Hemos construido tres aulas en uno de los ocho distritos de Birava, llamado Garra, en las que hemos invertido alrededor de 50.000 euros. Allí ya llevamos trabajando un tiempo para crear un instituto en condiciones.  La paradoja que se da entre Palencia y el Congo es que, a pesar de la miseria que hay allí, los precios son equivalentes. Los ladrillos, el cemento y todos los materiales de construcción cuestan lo mismo. A pesar de la pobreza en la que están sumidos, es así.

¿Ha viajado a allí?
Estuve en 2016. Visité todos los distritos en los que trabajamos y vi todo lo que habíamos hecho. Fue un viaje fantástico. La gente es amabilísima, el problema es la miseria en la que se encuentra.

¿Perciben una mejoría en la situación tras sus actuaciones?
En la zona trabajan mucho las congregaciones religiosas. Tenemos una especie de concierto y estamos mucho en contacto con los padres barnabitas de allí. Ellos son los que pasan a gestionar lo que hacemos y, desde ese punto de vista, las obras realizadas han repercutido en que mucha más gente pueda estudiar y sanarse. Evolucionamos poco a poco, pero es un país sui géneris en el tema de la administración.

El problema es que el Gobierno de la República Democrática del Congo, hasta 2020, no ha financiado la Educación Primaria. La Secundaria, la de Formación Profesional y la Universitaria siguen sin financiarse. La gente que quiere estudiar tiene que pagarlo. 

¿Cómo ven la mejora del país de cara a diez años?
No es que sea pesimista, pero el mundo está muy mal. Nuestra intención es que este país empiece a salir de la pobreza en la que está sumida y que los dirigentes dejen de ser tan corruptos.

Una paradoja que se da es que la República Democrática del Congo es el primer productor de coltán del mundo. Es un país inmensamente rico, pero con ciudadanos pobres. 

Occidente se dedica a explotar las cuestiones industriales en lugar de obligar al gobierno a que trabaje en favor de los ciudadanos y de que los bienes esenciales, como la sanidad y la educación, sean gratuitos. 

¿Cree entonces que falta más colaboración por parte de occidente?
Se podría hacer un poquito más. En lugar de tratar de servirse de todos los bienes de producción, podría involucrarse en que hubiera más democracia, aperturismo y preocupación por los ciudadanos.