Difícil que Alberto Núñez Feijóo sea presidente de gobierno. No porque sea mal candidato, o su equipo no ilusiona, ni tampoco se trata de que Feijóo carece de la talla que se exige a un gobernante. No. Peor candidato es Pedro Sánchez, su experiencia cuando fue elegido presidente era nula, su equipo deja muchísimo que desear y su talla, aunque ha sido jugador del Estudiantes -aunque no del equipo principal- no le serviría para ser elegido gobernante de ningún país puntero del mundo.
¿Cuál es entonces su secreto para llegar a donde ha llegado? Pues uno muy sencillo: carecer de principios. Y cuando alguien tiene que enfrentarse a una persona sin principios, sin valores, sin palabra, capaz de cualquier cosa, la que sea, con tal de alcanzar su objetivo, es imposible ganarle la partida. Sobre todo cuando su campaña se ha basado en mentiras sucesivas y promesas que, sabe, son de imposible cumplimiento; y cuando para sumar los escaños suficientes para salvar la investidura, se alía con partidos que dijo que jamás se aliaría y acepta todas sus exigencias. Incluso las inconstitucionales.
A eso vamos. A lo inconstitucional. Hay que ver qué cosas dijo este gobierno cuando el dictadorzuelo húngaro, Orbán, metió mano a la justicia. O cuando Netanyahu intentó lo mismo y levantó a una indignada ciudadanía de Israel, que mayoritariamente defiende el Estado de Derecho aunque utilice su supremacismo militar contra Hamás de una manera absolutamente desproporcionada. Ahora Pedro Sánchez, presionado por sus socios, también pretende designar a los jueces, y, de forma chulesca, cuando algunos colaboradores con cierto sentido de la prudencia -que son pocos- le advierten que hay que cumplir la Constitución, responde que hay fórmulas para salvar ese escollo. Que no piensa renunciar a imponer su criterio a jueces, fiscales, periodistas, diplomáticos y dirigentes de su partido que le buscan las vueltas.
Así, señor Feijóo, es imposible que pueda llegar a gobernar. Sánchez se ha dado cuenta de lo que decimos infinidad de periodistas hace tiempo: a Sánchez no le echarán las urnas, sino los jueces, los periodistas que arriesgan su futuro con tal de contar las verdades del barquero, y fiscales a los que no les importa poner en peligro su futuro al cuestionar las imposiciones jerárquicas del Fiscal General. Están arriesgando mucho con sus informes contrarios a decisiones sanchistas que respetan la Constitución ni las leyes.
Sánchez es el presidente más corrupto que se ha visto en España: bloquea las investigaciones sobre los negocios de su mujer y de su hermano, pero lo que es más grave, se ha convertido en el promotor de la corrupción moral, la de aquellos que usan las leyes a conveniencia. Y si no pueden, sencillamente no las aplican.
Está furioso con los periodistas que escribimos crónicas como ésta. Pero qué le vamos a hacer: somos multitud los que no callamos, y exigimos decencia en nuestros gobernantes.
Señor Feijóo: prepárese para un futuro incierto. Es imposible, repito, luchar contra alguien sin principios.