Un triunfo indiscutible

Pilar Cernuda
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La victoria del PP en los últimos comicios confirma un nuevo fiasco socialista y el rechazo de la población gallega y de millones de españoles a los pactos con las formaciones independentistas

Un triunfo indiscutible - Foto: Álvaro Ballesteros

Éxito del PP, muy buen resultado del BNG (que se convierte en el segundo gran partido de Galicia) y fracaso estrepitoso del PSdeG, que hay que adjudicar a Pedro Sánchez.

Si las elecciones del 18-F eran un plebiscito sobre la figura de Alberto Núñez Feijóo, como pretendía La Moncloa, el líder de los populares se ha coronado como figura indiscutible del centro derecha, mientras Pedro Sánchez sigue cuesta abajo en la aceptación de los españoles. 

Ha vuelto a sufrir una nueva derrota electoral, no suma ninguna victoria desde que es presidente del Gobierno. No vale el argumento de que él no se presentaba a estas elecciones, porque se ha implicado directamente en la campaña, dio instrucciones a los miembros de su Ejecutivo de que también participaran … y eligió a Juan Ramón como candidato, un político de poco carácter, que ha tenido que callar ante la estrategia de los suyos de centrarse en potenciar al BNG para lograr así gobernar como socio del partido nacionalista gallego. Será Alfonso Rueda quien dirija, un hombre tranquilo, previsible, que se forjó a la sombra de Alberto Núñez Feijóo y que es fundamentalmente un gestor eficaz que conoce muy bien la región. Necesitaba esta mayoría absoluta, ser presidente elegido, no presidente que «heredó» la Xunta cuando el orensano dejó Galicia para asumir la dirección del partido.

Ana Pontón se ha convertido en una nueva referencia en la política nacional. Ya lo era en Galicia desde hacía unos años, pero el éxito que ha tenido este 18 de febrero ha sido excepcional. No solo lidera un BNG que ha tenido el mejor resultado de su historia, sino que ha dejado tan atrás al socialismo gallego que es impensable que se pueda recuperar a medio plazo. No desde luego si sigue Sánchez al frente de la secretaría general. En el éxito de la formación gallega tiene mucho que ver el rechazo creciente al presidente en todo el país, visualizado en estos últimos comicios más que nunca.

La lucense es una política sólida, con trayectoria. Veinte años de parlamentaria la han curtido en el debate: se defiende bien, tiene buena imagen y ha tenido la inteligencia de mostrar una imagen moderada del partido, una cara amable, cercana. Sin embargo, y lo sabían los gallegos, es una mujer que defiende posiciones extremas, que con toda seguridad querría llevar a la práctica si fuera presidenta de la Xunta: referéndum de autodeterminación, inmersión lingüística total, y desaparición gradual de los cuerpos de seguridad del Estado del territorio.

Pedro Sánchez ha salido mal parado de su público desprecio a Núñez Feijóo. El líder del Ejecutivo, en uno de sus últimos días de campaña en suelo galaico afirmó que el PP es un partido «desnortado, desfondado, ausente y desesperado» y que «Todo en Feijóo es mentira». Pues no debe conocer bien Pedro Sánchez a Galicia y a sus habitantes, porque han votado masivamente al PP del propio Feijóo y de Rueda, y han dado al PSdeG el castigo más duro de toda su historia. 

El dirigente socialista lleva tiempo llevando a su formación a las honduras de la desaparición. Ver su nombre en un cartel electoral asusta a los candidatos, castigados con el rechazo total hacia el presidente. Si en las elecciones de mayo perdió cinco gobiernos autonómicos e incontables ayuntamientos, Galicia ha sido la primera región que le ha puesto frente al espejo: es un político que resta, no suma, que lastra al PSOE y a sus candidatos, un partido que desaparecerá si él continúa en la secretaria general. Es más, en ese espejo Pedro Sánchez ha visto la imagen de los millones de españoles que, como han hecho los gallegos estas últimas elecciones, abominan de sus pactos con Puigdemont, de sus trampas para salvarlo de la Justicia, de sus maniobras para que tanto él como sus colaboradores independentistas sean amnistiados a través de una ley que los expertos más serios consideran inconstitucional o, como ha anunciado el propio Gobierno los últimos días, con un indulto si no cuaja la Ley de Amnistía. 

Perdedores

En el capítulo de perdedores, además del PSOE, hay que apuntar a Yolanda Díaz, la más inconsistente de las líderes nacionales, lo que sabían la mayoría de los gallegos mucho antes de que Pablo Iglesias la nombrara ministra primero y vicepresidenta después. Soñaba con lograr media docena de escaños en su tierra, y se han quedado en cero. En nada. Solo ha sido una sorpresa para ella misma, en la región ya la daban por amortizada hace mucho tiempo. 

En cuanto al otro gran derrotado, VOX, mejor le iría a Abascal retirarse a sus cuarteles de invierno. El problema es que no los tiene, siempre ha vivido gracias al PP y los cargos regionales que le ofrecía este partido. No fue muy agradecido a su antigua formación. Se ha convertido en el mejor aliado de Pedro Sánchez: mientras exista VOX, los populares tendrán muy difícil gobernar porque estos pierden escaños a docenas, pero esos votos que no le sirven para conseguir representación parlamentaria regional, local o en el Congreso impiden que los populares incrementen también los suyos.

¿Y, ahora? Algo tendrá que suceder en la izquierda, aunque el PSOE que hizo Historia está muerto, abducido por un Pedro Sánchez que ha cambiado los estatutos para mantenerse al frente del partido hasta que él quiera. Habrá que ver cómo reacciona frente a sus socios independentistas cuando asuma que el fracaso de estos últimos comicios está directamente relacionado con sus negociaciones con Puigdemont. Y habrá que ver si alguien en la formación es capaz de cuestionar seriamente el mando de su secretario general, que hoy lleva al partido al desastre.

En cuanto a los de Génova… Feijóo se asienta como líder. Pero el PP necesita cambios, potenciar el partido con figuras que sepan de política nacional, de estrategia, de cómo abordar situaciones de crisis, de profesionales que vean el peligro antes, que impidan a las figuras cometer errores de bulto como los varios que han puesto en peligro lograr la mayoría necesaria para seguir gobernando en Galicia.

Hay vida para el de Orense tras este éxito, pero habría más todavía si hiciera el esfuerzo de estructurar a los populares como debe estar estructurado un partido de gobierno.