De todo el arsenal de fútbol que tenía la España campeona del mundo, los libros de historia han guardado capítulos enteros para glosar ese estilo que nacía de las botas de Busquets, Xavi e Iniesta. Pero un vistazo global a aquel glorioso verano de 2010 permite concluir que la indiscutible predominancia del 'estilo Barça' tenía incrustada un elemento que lo mejoraba todo: Xabi Alonso.
El mayor peligro de los puristas del 'tiqui-taca' fue desdeñar el efecto liberador del pase largo. Sobre todo si se ejecuta con precisión, elegancia y en el momento exacto. Alonso era a aquella selección lo que Toni Kroos lleva siendo muchos años para el Real Madrid: el tipo que ahorra dos o tres pases para llevar el balón de lado a lado del campo, el que acelera las acciones e impide la completa basculación de la defensa rival, el que no pierde balones y los mueve con un porcentaje de acierto que roza la perfección.
Antes del triunfo del pasado martes en Leipzig, el alemán engrasó la maquinaria en el partido decisivo de LaLiga: ante el Girona, el día que había que dar un golpe de autoridad sobre la mesa (y se dio: 4-0 para los blancos). Kroos ejecutó 60 pases, 59 de ellos con acierto. De todos ellos, 13 fueron de más de 30 metros… y los 13 llegaron a su destino. En su país, donde Marco Rose planteó un partido caótico que fue una trampa durante muchos minutos para los merengues, el teutón volvió a ser el que más pases dio de todo el duelo (85) y solo falló tres, terminando con un 96 por ciento, el tercero tras Klostermann (68 de 69, un 99 por ciento) y Nacho (37 de 38, un 98).
La presencia del germano sobre el césped ha llegado a cuestionarse en el Santiago Bernabéu, donde se le miraba como un 'caballo trotón' sin velocidad ni reflejos. Los grandes 'desplazadores' de pelota, salvo contadas excepciones, responden a ese perfil. Ronald Koeman, Xabi Alonso, incluso Andrea Pirlo (futbolistas cuyos pases de 40-50 metros apenas presentaban unos centímetros de error), no pasaron a la historia del fútbol por su velocidad, sino por su golpeo. Es algo que la afición de Chamartín ha ido disfrutando con el paso de los años, hasta deleitarse en esta 23/24 con la mejor versión del genio de Greifswald.
Precisión y futuro
A sus 34 años (cumplidos el pasado 4 de enero), su presencia sobre el campo es determinante para darle sentido a ese mediocampo tan físico que ha ido diseñando Ancelotti. En un espacio donde 'bestias' como Camavinga, Tchouaméni, Valverde o Bellingham devoran metros en movimientos aparentemente caóticos, imposibles de anular por los rivales, lo único que siempre está en su sitio es Toni Kroos, marcando el paso de un Real Madrid que apenas falla. El alemán decide cuándo se juega en corto y cuándo en largo… y siempre con una precisión máxima. Es el líder del campeonato doméstico en «pases buenos en campo contrario», con 902 (51 más que Aleix García, segundo en esta estadística) y, con este juego y estos números, la afición es un clamor: «Que renueve y se retire aquí».
En el horizonte del '8' merengue, un mes de junio con una renovación y una Eurocopa como grandes 'elefantes' en la habitación. Sobre lo primero, se deja querer. «Todavía tengo ganas» o «aún no he decidido nada, pero me alegro de que haya gente que quiera que siga» han sido frases recientes del teutón. Sobre lo segundo, Kroos mantiene todo el secretismo posible: dejó la selección el 2 de junio de 2021, después de que Alemania fuese eliminada en la Eurocopa a manos de Inglaterra. Fueron 106 encuentros, la 'pica' del Mundial en 2014 y un adiós precipitado por los malos resultados. Pero también fue una pregunta de su compatriota y amigo Rüdiger hace dos meses. «Antonio me lo preguntó (su posible regreso a la 'Mannschaft') y me hizo pensar… y darle una respuesta que, todavía hoy, no puedo revelar».