Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Hablando de pueblos bonitos

19/07/2024

No sé si les habrá pasado alguna vez. Suele ocurrir que, cuando llegas a un lugar muy nombrado en todas partes, ya te has hecho una idea que pocas veces encaja con la realidad. O te decepciona porque no es para tanto o te sorprende a mares. O supera lo que te habías imaginado o no llega a cumplir con las expectativas que te crearon quienes lo conocieron antes. Ni los Medios de Comunicación son la disculpa perfecta para conocerlos. Me pasó con el pueblo oscense de Alquezar. «Una mala carretera no puede conducir a sitio bueno», pensé entonces. Craso error. Frase hecha que se quedó en la boca al tomar la última curva. No hay palabras para describirlo. Y es verdad que no encuentras palabras que lo definan con justicia cuando te gusta tanto. No hay término medio ni peros que valgan. Si es la primera vez que vas y la señalización no va a la par con la belleza, que es lo que yo he notado aquí, no sobran las exclamaciones de asombro y por todas partes salta ese adjetivo que lo califica: maravilloso. Los parabienes de los demás no encajan con lo que tú habías dibujado, aunque por esa misma regla de la que hablo, otros no se maravillan de igual modo e incluso se atreven a negar su antigüedad. Un catalán a mi lado, hablando con otro catalán: «Teruel es un pueblo reciente, échale 200 años». Pero lo de los doscientos años, que apunta este miserere, yo creo que es el tiempo que se viene gritando con más ímpetu lo extraordinario de este rincón turolense que te anula el pensamiento. De la nada surge un pueblo con un trazado que te deja mudo. Te encuentras en lo que un día lejano fue reino de Taifas, con su muralla del siglo XI, sus calles adoquinadas, su castillo y su plaza mayor. En una reseña que le hacen en National Geographic aseguran que el cambio estacional surte auténticas maravillas en él. Un pueblo para ver, para deleitarse, difícil para vivir, me imagino, aunque las mil personas que viven dentro, que lo conocen, que lo transitan y lo aman, pues seguro que están encantadas de padecerlo. Esto no se ve todos los días. Quienes hacen el queso en las cercanías seguro que también celebran que Albarracín sea uno de los pueblos más bonitos de España y lleguen cada día de todos los lugares del mundo gentes ávidas de conocerlo.