Se quejan los socialistas, se indignan, por el cerco a las sedes de su partido, los insultos contra Sánchez y el PSOE, y el tumulto que ha obligado a colocar vallas de protección y la intervención policial. Se quejan, pero son los únicos que no tienen derecho a quejarse.
Fue el PSOE el partido que promovió las manifestaciones ante las sedes del PP, fundamentalmente la de Génova. Luego se sumaron a esa estrategia Podemos y otras siglas ultra de menor peso, pero el PSOE abrió el melón.
Dicho eso, no está España para que unos energúmenos se concentren en torno a las sedes del PSOE. Porque se trata de energúmenos, muchos de ellos encapuchados o con caretas para ocultar su identidad. Aunque se sabe quiénes les empujan, porque al menos en la concentración de Ferraz del pasado lunes participaron Abascal y Buxadé a cara descubierta. Esperanza Aguirre había estado el día anterior, lo que ha dañado al PP, que se ha visto obligado a advertir que no había dado ninguna instrucción para cercar sedes socialistas. Sí ha convocado manifestaciones en toda España en plazas emblemáticas de cada capital, pero no ante sedes de partidos.
Se equivocan los manifestantes, y aunque se justifican con que su actitud es la misma que emprendieron años atrás quienes hoy se quejan por los gritos contrarios al PSOE y las pancartas insultantes a Pedro Sánchez, no tienen disculpa. España no merece esas escenas propias de países que entienden la política con modos barriobajeros. Estamos mal, y con razones para sentir indignación, pero incluso así es obligado mantener las formas. Abascal debería hacer el esfuerzo de contener a sus juventudes de "Revuelta" y a los simpatizantes y militantes adultos que siguen reivindicando el franquismo como el régimen deseado.
A millones de españoles les preocupa la situación actual, porque su gobierno se toma el Estado de Derecho al título de inventario. Su presidente, en funciones, no ganó las elecciones y, rabioso, pretende humillar al ganador hurtándole la posibilidad de gobernar aliándose con partidos que esgrimen como bandera su antiespañolismo y su nulo respeto por las decisiones de la Justicia.
Ni es ejemplar la actitud de quienes se manifiestan violentamente ante las sedes socialistas, por mucho que respondan con la misma metodología que han sufrido, ni es ejemplar la actitud de quien dio órdenes a la policía de extralimitarse en las cargas contra los manifestantes. Que lanzaron huevos contra la sede de Ferraz, petardos y algunos asistentes dicen que también cócteles molotov; pero no se puede responder con policías que van más allá de lo que exigen los desórdenes públicos -lo denuncian sus propios compañeros, más profesionales – y utilizan con gases lacrimógenos.
Una reflexión última: tiene bemoles que los ministros que ponen el grito en el cielo por el asalto a Ferraz, preparen la amnistía que borrará el curriculum delictivo de los CDR y Tsunami Democratic.
La España sanchista es una absoluta decepción. Un dolor.