Ángel Merino Berthaud, vehemente y con un aspecto físico envidiable, transmite pasión y vitalidad por los cuatro costados. En su haber figura un bagaje profesional aún inagotable que, mientras el cuerpo y la cabeza aguanten, no tiene previsto dejar a corto plazo. De sus múltiples ocupaciones solo dejó tras 14 años la presidencia la Confederación Nacional de Cámaras de la Propiedad Urbana al llegar a ella en 2010 y cesar recientemente. Por ello, recibió un homenaje hace unos días en el hotel Wellington, en Madrid, que contó con la presencia decenas de presidentes y secretarios de las cámaras de todos los rincones del país. También obtuvo el reconocimiento a su dilatada labor de la Unión Internacional de Propietarios de Inmuebles (UIPI), pero finalmente no pudo asistir al acto de homenaje organizado el pasado 27 de septiembre en Berlín. Al margen de su paso por la Confederación Nacional, lleva más de 16 años al frente de la Cámara de la Propiedad Urbana de Palencia, de la que asumió la presidencia en 2007, así como la del Consejo de Cámaras de Castilla y León, en la que hizo lo propio en 2009. También gestionó varias fincas agrícolas y ganaderas familiares, cofundó una sociedad de semillas y aún tuvo tiempo para obtener títulos nacionales e internacionales en el tiro de pichón y ser federativo provincial y regional de órganos de tiro y caza, actividad esta última que ya practica a pequeña escala y solo en batidas de jabalí.
Nació el 4 de abril de 1940 y la infancia de Ángel Merino no fue fácil ya que le tocó madurar antes de tiempo. Carmen, la primera mujer que tuvo Luis, su padre, falleció al poco de nacer su único hermano, que heredó el nombre del progenitor y le lleva cinco años. «Después de enviudar mi padre conoció en París (Francia) a María Luisa y ella se trasladó a vivir a Palencia para casarse aquí con él. De esta segundo matrimonio nací yo en una casa que tenía mi familia en la calle Mayor. Mi bisabuelo fue propietario del Ferrocarril del Norte y al otro lado de la vía teníamos unas grandes naves en las que descargaban los trenes todo tipo de mercancías en terrenos de mi familia», recuerda de aquellos años.
Empezó a estudiar en el colegio de La Salle para pasar después a realizar el Bachillerato Elemental en el Instituto Jorge Manrique. A partir de ahí, su vida cambió con la muerte repentina de su padre cuando solo contaba con 15 años de edad y, entonces, su familia decidió que tenía que prepararse en todo aquello relacionado con la agricultura y ganadería a nivel de gestión.
"Tirando al pichón gané un mundial por equipos y 719 premios" - Foto: Óscar Navarro«Me había gustado desde niño mucho el campo y siempre había estado junto a mis padres en varias de las propiedades que ellos tenían. Me puse rápidamente a estudiar perito agrícola en Pamplona pero lo tuve que dejar al poco tiempo. En casa estaba solo yo dispuesto, ya que mi hermano y mi madre no se ocupaban del tema, al igual que mi tío, que era magistrado de la Audiencia Provincial. De regreso de Navarra me puse a estudiar por correspondencia algo de veterinaria por la gran cantidad de animales que teníamos y, además, adquirí conocimientos agrícolas y de contabilidad», señala.
Hizo un poco de todo para formarse, aunque estudiándolo a distancia, y al cumplir la mayoría de edad le dieron las riendas en su familia para empezar a gestionar numerosas fincas en Palencia, Burgos y Asturias, y un patrimonio urbano importante. «Teníamos numerosas viviendas repartidas por la capital en diez hectáreas a lo largo de la avenida de Santander al otro lado de las vías del tren. Al morir mi padre mi tío decidió venderlo todo a una constructora que hizo casas hasta la carretera que subía al Cristo del Otero y de ahí partió mi vinculación de por vida a la propiedad urbana», explica.
AMPLIA TRAYECTORIA. La experiencia acumulada en la gestión de patrimonio le llevó a vincularse muy pronto con la Cámara de la Propiedad Urbana en 1973 y, al poco tiempo, se integró en la junta directiva. «Desde entonces la verdad es que no he parado y me ofrecieron la presidencia varias veces pero no quise porque no tenía tiempo. Mi abuelo fue uno de los confundadores con unos señores propietarios que dieron un dinero para pagar a un abogado y atender las consultas de los que quisieran asociarse. Entonces había un local muy pequeño que cedía al Ayuntamiento en la parte trasera, en la que estuvieron los juzgados. Después, cuando se fueron haciendo más socios, se compró un local en la calle Burgos y luego otro en la calle Don Sancho. Finalmente, se adquirieron tres casas viejas que se tiraron y se rehabilitaron, dando paso a la actual sede en la calle Mayor», desgrana.
Ángel Merino accedió a la presidencia de la Cámara de la Propiedad en 2007, en la que sigue a fecha de hoy, y suma más de 15 años en la presidencia del Consejo General de Castilla y León, cargos que compatibilizó desde 2010 con la presidencia de la Confederación Española, que dejó el pasado mes de abril. En los inicios de la Cámara la labor era solo de asesoramiento y de llevar pleitos de juzgado por los impagos de alquileres de inmuebles y locales y su titular logró ampliar sus dotaciones.
"Tirando al pichón gané un mundial por equipos y 719 premios"«Cuando accedí a la presidencia pensé que había que dotarla de mayor contenido y empecé a introducir los seguros. Con posterioridad, se aprobó una Ley de Cámaras Urbanas en las Cortes de Castilla y León que nos dio margen para prestar más servicios. Por ello, acordamos que hubiese colaboración con la Junta y que el depósito de las fianzas por alquileres solo se pudiera hacer en ella o en las cámaras. También realizamos una auditoría y un convenio para contratar seguros con mejores condiciones, incluyendo el renta fija en exclusiva. Hemos estado luchando mucho y junto al secretario general nacional he acudido como presidente de la Confederación varios meses al Congreso de los Diputados. Hemos estado discutiendo enormemente con los grupos parlamentarios hasta conseguir los juicios express, en los que se tardaba nueve meses en echar a un inquilino por impago. Ahora los ocupas nos están dando la razón pero, con ellos, se acabó todo lo logrado. En España somos unos 160.000 socios y en Palencia contamos con 700, aproximadamente», afirma.
En lo profesional, junto al ingeniero agrónomo Fernando García Castellón, al entrar España en la Comunidad Europea decidieron crear la sociedad se selección de semillas de siembra ARSA. «Aquí solo se sembraba a la semilla autóctona de cebada o trigo de distintos agricultores y llegamos a ser 17 en la empresa. Al final, producimos una variedad de aquí que se llamaba pallas y que se sembró en toda España. Este tipo de sociedades fueron luego compradas todas por multinacionales como Suvalof, de Suecia, y Monsanto, de EEUU», concreta. Para completar su faceta empresarial, presidió dos empresas de servicios, Colser y Sintersa, en Valladolid y Madrid, respectivamenre, que realizaba trabajos para el Catastro. También tiene en su haber la distinción como mayor recolector de remolacha en 1968.
CA Y TIRO DE PICHÓN. Su pasión por el campo y la naturaleza en las fincas familiares crearon poso en Ángel Merino y una gran pasión cinegética. «Soy de los pocos que tengo una fotografía de cuando tenía ocho años y conocí la laguna de La nava en sus orígenes, cuando había más de 3.000 hectáreas de inundación natural con todo tipo de especies acuáticas y fauna. Además, tuve amistad con el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, formando parte del documental Bambi rodado con un ciervo criado a biberón y por una perra perdiguera», detalla.
Esta pasión por distintas especies de animales fraguada desde la infancia le llevó a ser presidente de la Asociación Nacional de Productores de Caza (Aproca) y de esa época conserva una imagen de una recepción oficial del Rey Juan Carlos en la que estrecha su mano. También fue cofundador del Consejo Provincial de Caza y representante en este mismo organismo a nivel de Castilla y León durante 25 años.
Ya en la faceta deportiva, destacó, y mucho, en la disciplina de tiro al pichón. «He estado 29 años de delegado de la Federación de Castilla y León de esta modalidad y presidí la de Tiro Olímpico palentina un tiempo. Poco antes de fallecer mi padre, con 14 años gané mi primer gran premio como tirador de pichón. Para él fue un orgullo que venciera a gente de Portugal y de Salamanca, alguno campeón mundial. Fui internacional en 13 ocasiones con la selección española y a la edad de 26 años, en 1966, obtuve un mundial por equipos, además de ganar una Copa de España en 1967 y ser sexto en un Campeonato de Europa. He sumado 719 premios en las competiciones en las que participé y he viajado por casi toda Europa», revela con orgullo.
Sin dejar las presidencias provincial y autonómica de las cámaras de la propiedad urbana -aunque pidió el relevo varias veces en el segundo cargo- le queda tiempo para cuidar de su mujer, María Luisa, delicada de salud desde hace 15 años. Tiene dos hijas y la mayor, que lleva el nombre de la madre, es licenciada en Dirección y Administración de Empresas. No tuvo descendencia y se casó y reside en Madrid al igual que su hermana menor, Nieves, ingeniera industrial que dejó el mundo de la empresa y ahora reparte el tiempo como profesora de Matemáticas y madre de sus dos hijas, la mayor Nieves como ella, y la pequeña, Isabel, de 12 y 11 años. «Cuando vienen mis nietas me encanta verlas montar a caballo tras hacerlo de niñas en un pony. Juegan con los perros y un mastín grande que tengo y disfrutan de todos los animales de la finca», concluye Ángel Merino para refrendar su pasión