45 es una edad estupenda. Aún conservas las ilusiones de la juventud pero también has ido consolidando el saber de la madurez.
Nuestra Constitución ha cumplido 45 años y para nuestro país han sido años de progreso, de habitar una sociedad democrática y libre donde todos tenemos cabida.
Si echo la vista atrás siento como un privilegio haber sido testigo, como periodista, de cómo se elaboró la Constitución, de haber conocido a los siete ponentes, de haber asistido a los debates en la Comisión Constitucional... de emocionarme el día en que el pleno de las Cortes la aprobó, y más aún cuando fue ratificada en referéndum.
Han pasado 45 años y el PSOE, uno de los partidos que fue clave, a través de sus dirigentes de entonces, en la elaboración y aprobación de la Carta Magna, es quien hoy la está poniendo en la picota para aprobar una amnistía que difícilmente cabe en el texto constitucional y que ni siquiera cuenta con el consenso de la mayoría de la sociedad.
En realidad, el PSOE de hoy está desmontando todas las bases sobre las que se ha construido nuestro Estado de Derecho, asumiendo la "agenda" de los partidos que son enemigos declarados de la Constitución. Y todo para que Pedro Sánchez sea Presidente. Un precio democráticamente insoportable.
Pero la realidad es la que es, y así como hace cuarenta y cinco años el PSOE fue uno de los pilares de la puesta en marcha de la democracia y del Estado de Derecho a través de la Constitución hoy nos encontramos con un partido abducido por el "sanchismo" y sus huestes que hacen y deshacen a su antojo.
Los ciudadanos estamos asistiendo estos días a una realidad vergonzosa, ver como el Gobierno negocia con un prófugo de la Justicia que encabezó un intento de golpe de Estado, y lo hace con un "verificador" de otro país. Y aún así dirigentes del PSOE tienen la "cara" de decir que en su día Felipe González y José María Aznar negociaron con ETA y que esto es lo mismo.
Pues no, no es lo mismo negociar poner punto final a actividades terroristas que negociar, como hace Sánchez, con un prófugo a cambio de sus siete votos para poder ser investido Presidente del Gobierno.
Hay una diferencia moral entre ambas negociaciones y es que ni González ni Aznar negociaron nada para ellos, para sus intereses personales o políticos. Hay otras muchas diferencias, pero ya sola esta es suficiente para saber quién es cada uno.
Como tampoco es comparable la amnistía que se dió durante la Transición, en que se salía de cuarenta años de régimen dictatorial con la amnistía que Sánchez se propone conceder a los independentistas golpistas con tal de seguir en la Moncloa. Hay comparaciones odiosas y esta lo es.
Así que este aniversario que acabamos de celebrar a muchos nos ha dejado un regusto amargo, porque seguimos creyendo en la virtud de la Constitución y estamos viendo como los que no creen en ella, los que quieren poner punto final a la historia conjunta de los ciudadanos de todas las comunidades de este viejo país, están sacando adelante su agenda. Una agenda encaminada a destruir lo que entre todos los ciudadanos y, gracias al paraguas de la Constitución, hemos construido en estos últimos cuarenta y cinco años.