Editorial

Junts tensa la cuerda al PSOE y negocia sin luz ni taquígrafos

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Después del primer encuentro del PSOE con el líder de Junts, Carles Puigdemont, en Ginebra, el número dos de la formación independentista, Jordi Turull, confirmó ayer que volverán a mantener una reunión antes de que acabe el mes, sin concretar ni el día exacto ni el lugar, aunque, obviamente, volverá a ser en el extranjero. Lo que sí manifestó explícitamente el dirigente secesionista fue el orden del día: «una financiación singular» similar a la que posee en la actualidad el País Vasco y el referéndum de autodeterminación, vinculante para el Estado español y reconocido internacionalmente.

Turull fue más allá y sentenció con rotundidad que «si el Estado se niega a un referéndum, colorín colorado» De esta forma, los independentistas tensan de nuevo la cuerda al PSOE y, por consiguiente, al Gobierno español para dar continuidad a la legislatura con Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo. El dirigente secesionista se jactó también de que el Gobierno central y su presidente también negaban la constitucionalidad de la Ley de Amnistía y en estos momentos ya está en trámite en el Parlamento nacional.

Los independentistas de Junts empezaron la legislatura con el chantaje como arma cotidiana frente a un Pedro Sánchez que cada día que pasa crece su fragilidad. El presidente del Gobierno aseguró ayer en una entrevista en la radio pública que «el control de las fronteras pertenece al Estado», días después de llegar a un acuerdo con Junts sobre la materia para aprobar los primeros decretos en el Congreso. El problema es que la opinión pública desconoce la cesiones que realizó el Gobierno ante los independentistas, porque el oscurantismo es la tónica dominante de las negociaciones. El PSOE, Sumar y Podemos siempre defendieron el diálogo con Junts en un ambiente de transparencia absoluta, un hecho que, desde el principio, ha brillado por su ausencia y las reuniones entre ambas partes siempre fueron celebradas desde el secretismo más absoluto. La sociedad española debe conocer hasta el más mínimo detalle de las cesiones que el Gobierno de España, no ya el PSOE, realiza, porque las consecuencias repercutirán sobre los hombros de los ciudadanos.

Como si de un trilero se tratara, Pedro Sánchez promete a unos y a otros sin llegar a concretar nada y el riesgo va en aumento hasta que llegue un momento en el que la situación se desmorone por su propio peso. El quid de la cuestión es saber hasta dónde está dispuesto a llegar el presidente del Gobierno en sus cesiones a los independentistas antes de que el trile sea descubierto. Puede ser que cuando esto ocurre sea ya demasiado tarde para un país llamado España.