Aguantó mientras aguantó el cuerpo, nunca le faltó el ánimo contra la adversidad. Rafa Nadal ha sido grande en el deporte, probablemente el más, pero por encima de esa manera de luchar por el último punto, por el último set, por el último slam, había, hay un hombre que quería demostrar que el que resiste, gana. El que se empeña, gana. Que el esfuerzo es fundamental para salir adelante.
Ese ha sido el gran éxito de Rafa Nadal, no solo ser el deportista que ha dado las mayores a su país, a España- ha puesto la bandera en todo lo alto- sino también que ha sido excepcional en lo personal, que es lo que más importa.
Su magnífica carrera no se le ha subido a la cabeza, que ha mantenido siempre en su sitio. Se ha ocupado de los demás, tanto para crear una escuela de formación en el deporte que marcó su vida sino también colaborando con instituciones y ONG que ha salvado a miles de niños de una infancia sin destino definido. Ha sido, es, un deportista que ha compartido lo ganado con quienes más lo necesitaban, en muchos caso junto a otro grande y gran amigo de Nadal, Pau Gasol. Con una humildad que se define en una entrevista en la que los dos eran entrevistados juntos, vía telefónica, días antes de la final del Mundial de Sudáfrica y Gasol intentaba convencer a Nadal de que acudiera, que él iba a estar allí. Rafa le respondía que tenía un compromiso para visitar una escuela con la que colaboraba en un pueblo africano, para añadir que le podía dar tiempo. Pero "no tengo entrada" para ir a Johannesburgo, como si eso fuera un problema irresoluble. Pau, que debía conocer bien al personaje, le dijo que él se encargaba de conseguírsela.
Hace pocas semanas explicaba su emoción al compartir con Zidane el último tramo de la antorcha olímpica en París, y transmitía su agradecimiento al deporte internacional, al olimpismo, por permitirle formar parte de una experiencia compartida con una figura como el futbolista que jugó y entrenó al Real Madrid, el equipo por el que siente pasión.
La actitud personal que ha mantenido Nadal a lo largo de su carrera, que es lo que le ha convertido en una figura querida, admirada más allá de sus éxitos. No cede ante la adversidad, pelea hasta el último minuto, no se deja vencer por el dolor ni conoce la palabra desánimo. Probablemente no le gusta que se lo digan, pero es un joven, un hombre, ejemplar. Y hay que hablar en presente a pesar de que acaba de anunciar su retirada, porque deja el tenis de competición pero es inimaginable que deje esas actividades que llenan su vida. Además de que, él mismo lo ha dicho, le faltan horas para compartir con su hijo, con su familia. Y con sus amigos, entre los que se encuentran no solo los que mantiene desde su infancia, sus vecinos de Manacor sino también muchos de sus más fieros adversarios en la cancha.
Puede dejar esas canchas de competición con la satisfacción del deber cumplido. Ha dado las más grandes alegrías a los españoles. No son muchas las personas de las que se puede decir eso…