Recientemente, en 2022, se cumplieron 400 años de la canonización de Teresa de Jesús, y recientemente también he dado una conferencia sobre este tema, comparándola con la religiosa mejicana. Cuando la preparé, me maravillaba la valentía con que las dos se enfrentaron a su época, a sus enemigos y a las limitaciones que suponía el hecho de ser mujer.
Las dos fueron profundamente femeninas y jamás claudicaron de ello, muy al contrario, las dos mantuvieron siempre el gesto altivo con que sintieron y demostraron la dignidad de ser mujeres.
Si nos atenemos al concepto actual de feminismo, ninguna de las dos fue feminista y sin embargo las dos actuaron como si lo fueran, reivindicando el derecho de la mujer a la cultura y a poder hablar y escribir en público.
«Deben callar los que no tienen nada que decir, hombres y mujeres», decía sor Juana.
Las dos estaban convencidas de que tenían algo que decir, y lo hicieron asumiendo las consecuencias.
A Teresa nadie consiguió detenerla nunca, ni las denuncias ante el Tribunal de la Inquisición ni las amenazas de deportarla a las Indias; al fin consiguió del Papa el permiso para fundar 17 conventos, y recorrió España supervisándolos, a pesar de la malísima salud que padeció durante toda su vida. En cambio, sor Juana sucumbió a las amenazas, y ante la acusación que se le hizo de soberbia por atreverse a escribir y a investigar, se dedicó a cuidar a sus hermanas del convento y murió contagiada de peste con 44 años.
Las dos tenían orígenes poco gloriosos (Sor Juana era hija ilegítima de madre criolla y padre español, y Teresa descendía de judíos conversos), y sin embargo eso no sólo no las frenó sino que las empujó a superar los obstáculos con decisión.
Mujeres de gran valía e inteligencia, fueron al convento como refugio, huyendo de matrimonios no deseados, y aquí encontramos una diferencia sustancial entre ellas: Teresa buscó siempre la unión amorosa con Dios -y la encontró-, mientras que en sor Juana domina el espíritu científico, el deseo de saber; la Inquisición hizo quemar algunas de sus obras, y ella no fue valorada dentro de los ámbitos eclesiásticos.
Teresa era muy alegre y contagiaba a los demás su alegría; era muy expresiva y cariñosa, y alguien nada sospechoso de feminismo como Fray Luis de León dijo de ella: «Nadie la conversó  que no se perdiese por ella».
Además,Teresa fue la primera en lograr que su obra fuese publicada y a partir de entonces todo cambió: en adelante, religiosas y seglares se apropian del derecho a escribir, alcanzando un respeto público impensable antes, que las fue sacando del silencio de siglos....
Aunque cronológicamente las separa más de un siglo (Teresa vive en el siglo XVI, época gloriosa del Imperio Español, y sor Juana en el siglo XVII, en la época barroca), sin embargo su lucha y sus reivindicaciones fueron prácticamente las mismas.
Teresa tuvo más éxito, y fue valorada y querida en vida aunque también tuvo numerosos enemigos.
En cambio Juana, a pesar de ser considerada «la Décima Musa de Méjico» fuera de los muros del convento, pagó caro su éxito y probablemente consumió sus últimos días con una gran infelicidad, sólo por haber tenido la osadía de ser ella misma...