Manuel Sánchez Monge cumplirá el 18 de abril 77 años, marcados por el servicio a la Iglesia Católica desde el sacerdocio. Su aspiración de joven era ser «un cura de parroquia» y lo fue, pero también otras muchas cosas, incluidos los episcopados de Mondoñedo-Ferrol (2005-2015) y Santander (2015-2023), siempre con la certeza de que imponer la fe no tiene sentido. Lo que cuenta es estar al lado de la persona y abrirle los ojos al encuentro con Jesucristo. «Lo que más me ha gustado es el trato con la gente, sobre todo la sencilla, la menos valorada, esa a la que hay que hacer caer en la cuenta de lo mucho positivo que tiene; lo que menos, tener que reconvenir a algún cura para que cambiara algo que no estaba bien», subraya.
Hoy, tras cincuenta y cuatro años inmerso en esta tarea de evangelización próxima, realista, en torno a cada persona y a su relación directa con Dios, que tiene en la oración, el encuentro y el trabajo pastoral sus herramientas, el balance es positivo. Sigue colaborando en cuanto le piden y echa una mano a otros sacerdotes cuando es preciso, pero sin las obligaciones que impone un cargo. «Mientras pueda, voy a aprovechar todas las oportunidades que se me presenten para ayudar»a.
Es lo que ha hecho en los oficios de esta Semana Santa en las parroquias vallisoletanas de San Vicente de Paúl y San Ramón Nonato, que son las del barrio donde vive con su hermana. Y hoy será para él una jornada muy especial porque «la Pascua de Resurrección es la fiesta más importante del cristiano; todo lo anterior, desde el inicio de la Cuaresma, es preparatorio de cara a vivir en plenitud el triunfo de Jesucristo y ser cauce de unión con los demás».
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