A mediados del siglo XIX, en los pueblos de España, existía la costumbre de poner el nombre del recién nacido, niño o niña, con el del santo del día. Por este motivo, a mi abuelo Sinesio, nacido en Támara de Campos el 12 de diciembre de 1859, se le bautizó con el nombre de Sinesio que correspondía al santo que se festejaba ese día. Y así la única hermana de Sinesio pasó a llamarse Quintila, y a Zosi Gallardo, natural de Támara, donde se le bautizó, se le impuso el nombre de Zósima. Ella eligió el diminutivo Zosi, por considerarlo más asequible en el lenguaje familiar. Zosi fue, desde su infancia, una ferviente admiradora de Sinesio. Sabía que se licenció en Medicina con 19 años, siguiendo la estela de su padre, Sarturnino, cirujano en Támara pero su vocación le llevaba a la Literatura. Convenció a su padre de que era muy joven para empezar a ejercer la Medicina, y se dirigió a Madrid para continuar sus estudios de Derecho que había empezado en Valladolid en su último año de Medicina. Pero en Madrid se olvidó del Derecho para seguir su vocación de escritor. Colaboró en el Madrid Cómico , dirigido por Miguel Casañ y en cuantos medios se ponían a tiro, desde Los Dominicales del Libre Pensamiento, donde debutó y se marchó el mismo día, y cayó en manos de Salvador María Granés, que era un gran periodista, pero tenía a gala escaparse de pagar a sus colaboradores, a los que despachaba con sellos de correo, y con entradas a los teatros. Incapaz de subsistir sin ingresos, Sinesio se vio obligado a volver a Támara, y resignarse a ejercer la Medicina.
Pero ocurrió que un amigo suyo, García Rubio, se presentó en Támara para despedirse de Madrid. Sinesio le convenció que invirtiera parte de su herencia en resucitar el Madrid Cómico, que se había cerrado, y que tenía un gran potencial si se conseguían las primeras plumas del periodismo madrileño. García Rubio aceptó y Sinesio se despidió de su padre, y volvió a Madrid para situarse en cabeza de los escritores festivos, consiguió hacer del Madrid Cómico un semanario leído en toda España, logró la colaboración de los grandes periodistas de la época, entre ellos nada menos que Leopoldo Alas Clarín. Dirigió el semanario de 1883 a 1898. Estrenó cien obras teatrales y cuando, en el mejor momento, vendió el semanario a Jacinto Benavente, quiso hacer lo que tenía en mente desde su juventud: conseguir unir a los autores y músicos en una sociedad que defendiera sus derechos, entonces en manos de los propietarios de los archivos musicales. Y en 1899 logró fundar la Sociedad de Autores, gracias a la fundamental ayuda del maestro Chapí, con Vital Aza como primer presidente, y él como secretario, y se ganó a pulso el derecho a entrar en la Historia.
Entre los poemas más conocidos de Sinesio figura el Canto a la Bandera, que premió a Sinesio entre más de mil trescientos aspirantes en concurso público, y que voy a reproducir, de corrido, para ahorrar espacio,
«¡Salve, bandera de mi patria, salve! Y en alto siempre desafía al viento, tal como en triunfo, por la tierra toda, te llevaron indómitos guerreros. Tú eres, España, en las desdichas grande, y en ti palpita, con latido eterno, el aliento inmortal de los soldados , que a tu sombra, adorándote, murieron. Cubres el templo en que mi madre reza, las chozas de tus míseros labriegos, las cunas donde duermen mis hermanos, la tumba en que descansan mis abuelos. Por eso eres sagrada, en torno tuvo, a través del espacio y de los tiempos, el eco de las glorias españolas, vibra y retumba con marcial estruendo. ¡ Salve, bandera de mi patria, salve! Y en alto siempre desafía al viento, manchada con el polvo de las tumbas, teñida con la sangre de los muertos».
Yo he mantenido una excelente relación con Zosi. Y hace unos días me llamó para decirme, rebosando alegría: ¿Sabes que voy a jurar bandera? Somos un grupo de hombres y mujeres que vamos a mostrar nuestro amor a la Patria. Hace diez años que no se celebraba un acto como este en Palencia. Pero yo quiero aprovecharlo para recitar el Canto a la bandera de tu abuelo. He hablado con los organizadores, y me han dicho que hacerlo en este acto complicaría la duración del acto, pero animaban a lo que lo recitara ante los medios informativos. Y es lo que pretendo hacer. El pasado sábado día 19 Zosi cumplió su deseo de besar la bandera, pero cuando quiso recitar el poema de mi abuelo los periodistas se habían marchado a informar a los medios.
Todo esto fue observado, desde el Cielo, por mi abuelo Sinesio, mientras jugaba su tradicional partida de tresillo con Victorio Macho y otros ilustres palentinos, bajo la atenta mirada de San Pedro. Sinesio comentó el deseo de Zosi, y San Pedro, con siglos de sabiduría a sus espaldas, esbozando una sonrisa compasiva, le dijo: «Bueno, don Sinesio, ¿ Por qué no nos recita su Canto a la Bandera?». Y Sinesio, buscando su voz desde lo más profundo de su espíritu, y con acento palentino, es decir, de puro castellano, comenzó «!Salve, bandera de mi patria, salve!».
(*) Alberto Delgado es periodista, escritor, último nieto vivo de Sinesio Delgado. Foto 'Religión Digital'