Las elecciones que cambiarán el mundo

Pilar Cernuda
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El regreso de Trump a la Casa Blanca repercutirá, para bien o para mal, en el nuevo rumbo que tomará la política y la sociedad a nivel global

La llegada del magnate al poder puede convertirse en el punto de arranque para que vayan perdiendo fuerza posiciones excesivamente radicales. - Foto: Brian Snyder (reuters)

Ha ganado Trump y nadie se llama a engaño. Ni sus votantes ni los de Kamala Harris. El magnate inicia su nuevo mandato con intenciones que no ha ocultado en los cuatro años de Gobierno de Biden: quería recuperar la Casa Blanca para un cambio profundo respecto a su período anterior. Sin complejos.

Para la gran mayoría de los estadounidenses y de los ciudadanos de más allá de sus fronteras, Trump es un hombre ensoberbecido, profundamente machista, xenófobo, racista, despectivo con sus subordinados, muy simple culturalmente y que detesta que le lleven la contraria. Lo asumen sus votantes incondicionales y lo odian sus detractores, que no comprenden que un personaje como él pueda ganar elecciones a candidatos con mejor formación y principios.

El por qué ganó tan ampliamente a Harris, incluso en el voto popular, lo analizan ya los expertos, que en gran parte coinciden en que su única fuerza era el rechazo a Trump. Kamala es ya agua pasada. El presente lo representa el republicano, que al día siguiente de ganar los comicios empezó a tomar decisiones relacionadas con las políticas que pondrá en marcha a partir del 20 de enero, el día que tomará posesión ante el Capitolio.

Trump no se pone límites cuando se marca un objetivo, y acaba de alcanzar el que se había propuesto. Pero no es el de hace cuatro años. No solo pretende que «América Sea Grande», su antiguo eslogan, sino que «sea Grande De Nuevo». Da por hecho que el mandato de Biden ha sido un paréntesis, y llegará a la Casa Blanca con todo un diseño de cómo «recuperar» aquello que el país perdió con el Gobierno demócrata.

El magnate no solo va a cambiar Estados Unidos, sino el mundo. Regresa al poder con procesos sociales revolucionarios que afectan a la vida de los cinco continentes. Trump está decidido a abanderar algunas de las iniciativas muy polémicas porque tiene la convicción de que si continúan vigentes no solo impedirá que «América sea Grande», sino que tampoco lo sea el mundo. O al menos el que le interesa.

Para imponer su proyecto, contará con un equipo que no tiene nada que ver con el que designó en su primer Gobierno. No serán su hija Ivanka y su marido Jared Kushner sus principales asesores. El matrimonio ha anunciado que prefiere su vida tranquila en Palm Beach, alejada de la política, pero habrá continuidad familiar en los dos hijos mayores del futuro presidente, Donald y Eric. Y lo que ha trascendido hasta ahora es que Trump, mitómano desde siempre, podría incorporar a su equipo a Robert F. Kennedy Jr, hijo del carismático Robert Kennedy.

Este último, republicano, es un activista que renunció a sus ambiciones políticas para apoyar al magnate, y que destaca fundamentalmente por su postura contraria a las vacunas. Se da por hecho que será el responsable de sanidad y alimentación en el nuevo equipo, lo que significa que se impondrán medidas que tendrán impacto social en el resto del mundo.

 

LGTB, aranceles y bitcoin

Trump es enemigo encarnizado de las llamadas políticas woke llevadas al extremo. Desde que se conoció el resultado electoral, han aparecido comentarios que señalan que EEUU puede convertirse en el punto de arranque para que vayan perdiendo fuerza posiciones excesivamente radicales en las que se alienta el supremacismo LGTB, la transexualidad y el feísmo, el feminismo como un movimiento contra el varón y la diversidad de razas y culturas como choque contra todo lo occidental. En contra de lo que parece transmitir el resultado en las urnas, no hay rechazo masivo en la sociedad norteamericna a los principios del movimiento woke, pero sí a su aplicación, a los métodos para imponer el derecho a la igualdad. Y sobre todo es creciente a la imposición de llevarlo de forma drástica a los centros educativos, con el objetivo de que, desde niños, los ciudadanos acepten la igualdad… según los principios radicales woke. 

Más allá de cuestiones sociales, otros ámbitos llevarán necesariamente a aceptar nuevas formas de vida. Por ejemplo, la anunciada defensa de la economía estadounidense aplicando brutales aranceles a los productos extranjeros, obligará a cambiar el planteamiento empresarial a nivel global, así como a reestructurar sectores como el agrícola, energético, tecnológico, manufacturas, alimentación y los relacionados con la defensa de la naturaleza. 

Trump desdeña la Agenda 2030, relativiza todo lo relacionado con la preservación del medio ambiente, considera falso el cambio que el mundo experimenta y cómo se imponen oscuros intereses utilizando una manipulación de datos que provocan alarma. Ni siquiera acepta que las catástrofes naturales estén provocadas por la falta de respeto del hombre a su hábitat.

En el plano más inmediato, tomará decisiones relevantes respecto a la guerra de Ucrania y Oriente Próximo. Ha hablado por teléfono con Netanyahu y le ha trasladado su intención de intervenir directamente para que, antes de su toma de posesión, Israel anuncie que cesa los ataques contra Gaza y el Líbano.

En el caso ruso-ucraniano, también ha hablado con Zelenski y pretende que los dos países se sienten cuanto antes a negociar un acuerdo que ponga fin a una contienda a la que no se ve fin sin que cedan ambas partes. Trump cuenta con medios de presión que no tienen otros países: tanto Ucrania como Israel necesitan el apoyo militar y tecnológico de Estados Unidos para sobrevivir a los conflictos en sus respectivas regiones.

El papel de Musk

El magnate es un hombre que presume de innovar, pero a su manera. Va a potenciar las criptomonedas y, si finalmente incorpora a Elon Musk a su grupo de asesores externos, el peculiar emprendedor y multimillonario puede poner en marcha iniciativas que caerían en el surrealismo si tuviera el respaldo del Gobierno norteamericano.

Trump no será un presidente cualquiera. Se siente reforzado por el resultado electoral, que ha sido arrollador pese a sus asuntos con la Justicia, sus intemperancias, su desprecio hacia las mujeres, la falta de transparencia de sus cuentas, o la rivalidad que mantiene con la UE porque desde Bruselas no jalean todas sus propuestas e iniciativas. 

De su mandato se puede esperar cualquier sorpresa, incluso que reflexione sobre las consecuencias de algunas de sus políticas más atrabiliarias. Pero nadie duda que, para bien o para mal, se verá con el tiempo cómo desde los Estados Unidos de Trump se tomarán decisiones que afectarán sensiblemente a todos los ciudadanos del mundo.