Cinco años de bloqueo que crisparon la vida política española, y que fue utilizado por PSOE y PP para lanzar dardos envenenados contra el partido contrario, al que culpabilizaban de la parálisis para defender intereses inaceptables. Ese bloqueo acabó hace pocas semanas con el acuerdo entre Bolaños y Pons para poner en marcha un nuevo Consejo General del Poder Judicial consensuado, y sentar las bases para que se pueda convertir en referente de cómo deben funcionar las instituciones. Se buscaba el respeto a los principios que deben regir cualquier organismo, y más aún el que gobierna a los jueces y garantiza su independencia.
A través del acuerdo entre PSOE y PP se eligió a Isabel Perelló presidenta, ante la sorpresa general porque Perelló, una juez de acreditada experiencia, es considerada de tendencia progresista … y fue propuesta por el PP. Ahora, a propuesta de Perelló, ha sido elegido vicepresidente su compañero en el Tribunal Supremo Dimitry Berberoff, encuadrado entre los conservadores. Los dos nombramientos han sido por unanimidad.
Todo un ejemplo de cómo deben funcionar las instituciones. Hay más: en la primera reunión del nuevo Consejo se han distribuido ya las comisiones que deben ponerse a trabajar de inmediato tras los años de práctica paralización del CGPJ, y también se ha impuesto la buena convivencia entre los dos sectores. Unos y otros niegan que existan sectores … Pero que son una realidad. Aunque al menos en esta ocasión conservadores y progresistas han puesto todo su esfuerzo en sortear las diferencias que podían producirse y se ha impuesto la serenidad y el sentido común.
Una de las comisiones más importantes, la que debe elaborar el informe que sirva de base a un nuevo sistema de elección de los 12 vocales del Consejo designados por jueces y magistrados, estará formada por dos vocales progresistas y dos conservadores. Y también se ha producido acuerdo en otra de las comisiones relevantes, la que darán luz verde a la designación de más de cien vacantes que es imprescindible cubrir para dar agilidad al funcionamiento correcto de los tribunales.
Queda mucho trabajo por hacer después de tantos años en el limbo y, lo que es peor, años de relaciones profesionales y personales muy envenenadas por las acusaciones cruzadas sobre quién o quiénes eran los responsables de esa situación inapropiada en cualquier país democrático. Todo eso ha finalizado.
Perelló ya demostró en el discurso de apertura del año judicial, a los dos días de ser presidenta del CGPJ y, por tanto, también del Tribunal Supremo, su empeño en cambiar el paso en el Consejo, con una apuesta inequívoca por la independencia de los jueces. El discurso lo pronunció ante el Rey, que escuchaba con especial atención, y del Fiscal General del Estado, que no ha estado muy fino últimamente en su actitud contraria a jueces que tomaban decisiones que podían ser perjudiciales para el Gobierno o para la familia del presidente.
Aires nuevos en el CGPJ. Al menos una institución del Estado está haciendo bien los deberes.