Ha comenzado la campaña para las elecciones autonómicas en el País Vasco, pero una parte de su población está sumida ya en la campaña de reflexión. No para decidir a quién otorgarán su voto sino para dilucidar cómo van a pasar el día siguiente cuando el Athletic de Bilbao juega la final de la Copa del Rey en Sevilla, contra el RCD Mallorca, con la esperanza de ganarla tras cuarenta años desde la última vez.
Muchos padres quieren que el Athletic gane para que sus hijos tomen el relevo generacional y vivan la emoción de volver a ver la gabarra por la ría del Nervión con los jugadores y la copa en olor de multitudes. Hasta las nueve de la noche del sábado será tiempo para la esperanza, la ensoñación y el deseo entre los partidarios del equipo vizcaíno, mientras que los aficionados del otro equipo vasco rival, la Real Sociedad afincado en San Sebastián, desearán que la gabarra siga creando herrumbre. Cosas del fútbol y de las rencillas, o algo más, que desata.
Esta situación puede ser una metáfora de lo que pasa en las elecciones vascas en la que también se da un relevo generacional en las cabezas de las candidaturas a la Lehendakaritza de los principales partidos y donde el PNV tiene asegurada la victoria en Vizcaya, mientras que EH Bildu es el tradicional vencedor en Guipúzcoa. Álava en algunas ocasiones fue territorio conquistado por el Partido Popular.
Con la derrota del terrorismo de ETA consolidada pese a que todavía faltan por resolver cuestiones relevantes como el "relato" de lo sucedido durante el medio siglo de violencia política que vivió Euskadi y su transmisión a las nuevas generaciones, la pervivencia de los homenajes a los etarras salidos de la cárcel, y el camino que aún les falta por recorrer a los independentistas radicales englobados en EH Bildu, todos los partidos vascos han elegido nuevos candidatos para unas elecciones en las que las cuestiones identitarias han dejado paso a las propuestas para resolver los problemas de los ciudadanos.
El PNV ha elegido a Imanol Pradales, con perfil más técnico que soberanista, porque ha hecho aguas su buena gestión de la cosa pública. Cuarenta años de gobierno casi ininterrumpido al frente del gobierno vasco provoca cierto anquilosamiento a la hora de reaccionar ante los nuevos problemas y hay gente joven que se muestra dispuesta a experimentar otro tipo de gobernanza. No obstante, las encuestas ofrecen un empate técnico entre las dos ramas del abertzalismo, y por tanto no dan luz verde a un sorpasso de EH Bildu, que en cualquier caso tendrá muy difícil acceder a Ajuria Enea, porque la continuidad del pacto entre el PNV y el PSE-EE está ya sellada con el nuevo candidato socialista, Eneko Andueza.
En EH Bildu, Arnaldo Otegi ha dado un paso al lado para dejar la candidatura a lehendakari a Pello Otxandiano, representante de la nueva estrategia abertzale de dedicar la atención a los asuntos sociales, aplazar el discurso soberanista y demostrar que no tienen prisa por llegar al gobierno, para lo que necesitarían un cambio de criterio de Andueza, que el PSOE no avala. Para los nuevos candidatos del PP, Sumar, Elkarrekin-Podemos y Vox queda la misión de mantenerse y no desaparecer del Parlamento vasco.
Quien dormirá tranquilo la noche del 21 de abril sea cual sea el resultado será Pedro Sánchez, porque no verá amenazado por el lado vasco el apoyo parlamentario a su gobierno.