El PP casi siempre se equivoca en Cataluña. Recuerdo cuando un candidato, capaz e inteligente como Alejo Vidal-Quadras fue preterido y postergado, porque les parecía demasiado claro y contundente.
El PP siempre parece como si quisiera encontrar una especie de Salvador Illa, pero de centro derecha. Pasan los años, y todavía no se han dado cuenta de que los socialistas catalanes, como Salvador Illa, presumen de ser anfibios, de esos que nunca sabes si son carne o pescado, y al final salen ranas, que es lo que son. La última acción de Salvador Illa -antes de que Aragonés García adelantara las elecciones- fue votar a favor de dar más dinero para que haya espías abundantes en los recreos y sepamos quiénes son los peligrosos menores de edad que se atreven a hablar en castellano, mientras juegan, y también votó a favor de ese despilfarro de crear nuevas embajadas de la señorita Pepis, que, claro, no hay una embajada catalana en Nueva Zelanda o en Pakistán, y los vecinos de Sabadell o de Tarragona se hunden en la melancolía.
Cuando Ciudadanos tuvo un candidato, que hablaba tan claro como Alejo Vidal-Quadras, arrasó en las elecciones. Ahora el PP está negociando con Ciudadanos para ir a una lista conjunta, pero los egos de los políticos son capaces de alcanzar cotas más altas que las de una soprano, y será difícil. Y, si llegan a un acuerdo, el PP intentará que quien lidere la lista sea una rana, o sea un Salvador Illa de centro derecha, que no asuste, que no se plante ante las exigencias y maniobras separatistas que están arruinando a Cataluña, y que no tenga que echarse demasiado aceite, porque sus lumbares ya estén acostumbradas a hacer reverencias a esa burguesía empresarial, cómplice del nacionalismo, y que ahora cree que habrá autonomía con los impuestos -todo lo que se recaude para Cataluña, y ya daremos algo de limosna, si sobra algo- con lo que lo del 3% será un recuerdo que dará risa.
Ignoro el porcentaje de tontos contemporáneos que pululan por Génova, pero si es muy alto hay probabilidades de que vuelvan a cagarla. Puede que el término les parezca a malsonante -y lo es- pero está recogido en el Diccionario de la Real Academia Española y significa "cometer un error difícil de solucionar". Enhorabuena a los enemigos políticos del PP, porque en los despachos de Génova, cuando se trata de Cataluña, jamás hay un problema de estreñimiento.