Continuando con su XL Ciclo Cultural, la Peña Taurina Palentina recibía esta misma semana al gran torero de plata, en la élite, Julio López.
Un reconocido profesional dentro de los subalternos, con una dilatrada trayectoria de una treintena de temporadas, dieciséis de las cuales dentro del grupo especial.
Como banderillero, siempre acompañando a figuras del toreo, desde el novillero Diego Redondo a los matadores de toros Ortega Cano, David Luguillano, Enrique Ponce, Uceda Leal, Manuel Jesús El Cid, Alejandro Talavante (con el que estuvo once temporadas), José Tomás y, actualmente, el diestro francés Juan Leal. Para todos ellos tuvo buenas palabras.
Como muchas veces, también en su vida, el dónde acabó definiendo el cómo ocurrieron las cosas.
Y es que su caso no es el de una larga afición familiar al toro, ya que no ha habido antecedentes, ni de profesionales ni de grandes aficionados, de ahí que el dónde hiciera que naciese en él esta pasión hasta convertirlo en banderillero.
Ese dónde, hizo, en primer lugar, que su infancia discurrió en ese tiempo en el que las corridas televisadas eran habituales. Paralelamente, mamó desde crío el festejo popular asociado al pueblo de su padre allá en la tan taurina Guadalajara. Y, finalmente, el traslado a Soria le llevó a residir justo al lado de la plaza de toros junto en el momento en el que se forjaba en ella una incipiente Escuela Taurina.
Banderillero.
Nuevamente el dónde definió su carrera, pues por desgracia para la Escuela soriana, tan alejada de las ganaderías bravas, era difícil conseguir que sus alumnos hiciesen campo, de ahí que el gran torero y maestro de la Escuela, José Luis Palomar, tuvo que escoger entre los alumnos a los que pudieran despuntar como matadores. Julio López fue propuesto para banderillero y desde ese momento, a base de tesón, constancia, sacrificio y gran afición, fue abriéndose hueco en la élite de su profesión, grande entre los de plata.
Le resume muy bien aquello de que el torero se hace, pues Julio López fue convirtiéndose poco a poco en un gran tercero muy respetado dentro de la profesión, con esa perseverancia que solo poseen aquellos que quieren estar entre los mejores.
En estos 30 años como profesional ha realizado unos 900 paseíllos en corridas de toros, a los que habría que sumar novilladas y otros festejos varios hasta alcanzar los 2.000.
Numerosas anécdotas salpican toda una vida entregada plena al toro, aunque aún está lejano el día de su retirada, así que a buen seguro habrá otras muchas más tardes en las que despuntara su buen hacer.
El Ciclo Cultural de este legendario colectivo taurino continuará el jueves, 7 de marzo, con los responsables de Tauroemoción, Alberto García y Nacho de la Viuda, de protagonistas.
Estas charlas están abiertas a todos los aficionados que quieran acercarse a la sede de la Peña Taurina Palentina, ubicada en la calle Mayor Antigua, número 46.