Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


En ruta con Carmen

29/09/2023

Cuando entrevisté a Carmen de Mier, descendiente de aquel Mier que se forjó en México y llegó a emparentar con Rainiero de Mónaco, aquella mujer tenía 83 años y acababa de hacer una ruta por el hondo El Ponzo, allá por las Peñas del Moro que describió Matías Barrio y Mier en su leyenda, y por los lugares donde se alzaba el convento de Viarce. Cierto es que, a ninguno de los personajes que entrevisté, los elegí al azar. Todo estaba calculado. Conocía a todas las familias de todos los pueblos de Pernía y Castillería, pero no dejaban de sorprenderte cuando los entrevistabas para un medio. Y desde luego, no son todos los que entraron en aquella ronda, aunque sí creo que están todos los que son, porque todos participaron exponiendo su diario, la historia de la tierra, las entrañas de su oficio, en muchas ocasiones trucos y aventuras desconocidos por sus propios vecinos, e incluso por sus propios familiares, como sucedió en la entrevista realizada en Quintanilla de las Torres a Apolinar Fernández. 
Carmen, además, tenía una memoria prodigiosa. Para situarnos, describe el lugar con su historia como pudiera hacerlo nuestro seguidor y amigo, el investigador oriundo de este valle, Vicente Basterra. Diferencia entre Concejos de pueblo y Concejos de valle. Sabe cómo se unen los dos pueblos cuando llaman a huebra. Y aunque en alguna parte hice mención a aquella anécdota de una vecina de Camasobres que no había salido nunca del pueblo y con ocasión de una boda conoció Aguilar, exclamando: «¡Qué grandísimu es el mundu. Si llega hasta Aguilar y más allá!». Carmen me hace mención, con naturalidad, al capítulo de la historia donde se cuenta que hubo un tiempo en que Reinosa perteneció a Palencia. Y me habla del misterio de aquella pila redonda. En una de las leyendas de esta tierra, aparece el moro entrando en la cueva. Al fondo encuentra una fuente formada por una especie de pila redonda, donde el agua gotea desde el techo y que la mantiene siempre llena de un agua limpia y cristalina. Seguramente fue Carmen la que le contó a mi amigo Gonzalo Alcalde Crespo, el misterio de aquella pila de la Cueva del Moro que recibe el agua que cae del techo, gota a gota, y nunca se derrama.

ARCHIVADO EN: Mónaco, México, Palencia