José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


In memoriam

29/09/2023

Profundo dolor y sentida consternación, un sentimiento de incontestable amargura me aprieta el corazón. La vida, en demasiadas ocasiones, es sumamente injusta. Hace unos días perdía a una magnífica compañera en la difícil labor de la docencia, se llamaba María Josefa Encina Cagigas. Una profesora de las de antes: cariñosa, cercana, sensible y de una enorme y grandísima vocación. Una maestra, con mayúscula.
Compartí claustro durante diecinueve años maravillosos en los que, de manera permanente e inequívoca, era un ejemplo de buen hacer en su ardua tarea cotidiana. Lo hacía de natural, sin artificios ni aspavientos innecesarios. Siempre sencilla y discreta, tranquila, amable y muy sensible, transmitía todos los valores del estilo marista. Me refiero a aquella máxima de nuestro fundador, san Marcelino de Champagnat que decía: «Para educar a un niño hay que amarlo». Así de claro y así de difícil. Y a fe que lo consiguió.
Se jubiló en el dos mil diecisiete, perpleja por los nuevos tiempos y los derroteros que estaba tomando la enseñanza por aquel entonces. Desde su ansiada jubilación, siguió vinculada al colegio de manera permanente, siempre añorando los buenos años del ejercicio profesional. Frecuentemente me comentaba que todos llevamos un niño dentro, pero que ella tenía toda una guardería. Cuantas amenas y gratas confesiones tuvimos, cuantos momentos de ironía y fino humor compartimos hablando de los pormenores de las diversas y cada vez más extrañas pedagogías triunfantes. Su agudo ingenio me alegraba muchas mañanas cuando me la encontraba por las galerías colegiales. Era divertida y jovial, sus chascarrillos eran para enmarcar.
Se ha ido demasiado pronto, aunque siempre es pronto para sufrir la pérdida de una amiga y compañera, con apenas sesenta años y una carrera profesional elogiable y envidiable. Detrás de ella, sin ningún género de dudas, quedan generaciones de chicos y chicas, de familias, compañeros y amigos que hoy lloran su pérdida. 
Gracias compañera, amiga y confidente, gracias por tu testimonio y tu presencia.  Hoy y siempre te recordaremos.         

ARCHIVADO EN: Jubilación