Cada Navidad, la Asociación Barrio Barruelo de Guardo se transforma en un lugar lleno de magia, donde la tradición y la creatividad se dan cita en su famoso belén, que este año, alcanza su edición número 37. Un esfuerzo colectivo que atrae a cientos de visitantes para disfrutar de una obra que, más que una simple representación, es un auténtico espectáculo de luces, movimiento y trabajo artesanal con material reciclado. Este se extiende sobre unos 570 metros cuadrados al aire libre, lo que permite a los visitantes disfrutar de una gran experiencia mientras recorren las escenas.
El presidente del colectivo, Justo Arnáiz, quien ha sido testigo de la evolución de este belén desde sus inicios, comparte con entusiasmo algunos detalles de la instalación. «Este año hemos añadido varias sorpresas. Además de dos nuevas figuras, hay detalles como el humo saliendo de una sartén o el juego de la iluminación que enriquecen la experiencia», explica.
En total, el belén cuenta con 74 figuras, unas 38 en movimiento. «Estos elementos, que cobran vida gracias a motores y cables, muestran escenas como el leñador cortando madera, el panadero horneando el pan, o incluso la vaca dando leche, una de las figuras más espectaculares», cuenta el presidente. Las figuras estáticas suman 36, pero la magia no termina ahí. «También tenemos construcciones como un molino, un gallinero, un portal, y hasta un río con su fuente y lavandera. Cada año añadimos algo nuevo que hace que sea especial», menciona Arnáiz.
Una representación de la tradición y la creatividad - Foto: DPUna de las características que le hace único es la alternancia entre el día y la noche. Durante el día, el belén brilla con la luz natural, pero es al caer la noche se desata la magia. «Las luces se apagan para crear un ambiente tenue, y entonces empiezan a funcionar ciertas figuras, como el leñador o la fragua, que trabajan durante la noche, ya que es cuando la actividad comienza en sus respectivas escenas», explica. El panadero, por ejemplo, también trabaja en la oscuridad, pues la figura está diseñada para reflejar la frescura de la madrugada, cuando el pan sale del horno.
No solo es impresionante por su escala y dinamismo, sino también por el trabajo que implica su construcción. «Todas las piezas están hechas con material reciclado. Desde el esqueleto hasta los detalles más finos, todo se hace a partir de materiales que conseguimos a lo largo del año», comenta. Entre los materiales más utilizados destacan el hierro, el aluminio y otras partes recicladas de bicicletas, somieres o camas. «Lo más complicado es instalar los motores que permiten que las figuras se muevan. Cada movimiento está cuidadosamente planeado», asegura.
Este belén, que comenzó hace casi cuatro décadas con una pequeña representación en la plaza de Don Edmundo, ha crecido de manera espectacular. «Empezamos con unas pocas figuras y poco a poco fue creciendo. Hoy en día ya no cabríamos en ese pequeño espacio, por eso nos trasladamos a la plaza principal», señala. El Belén está abierto hasta después de Reyes, aunque su duración puede variar dependiendo de las condiciones meteorológicas, concluye.