A Mazariegos no hace falta que vaya ningún cantante que llena estadios ni que se celebre la fiesta de la ITA con más de 10.000 jóvenes para que se formen colas de personas esperando por un tíquet. Con caracoles como los que se repartieron ayer vale. Los primeros comensales estuvieron pacientemente de pie más de treinta minutos para comprar su ración y la fila cruzó toda la plaza Mayor de la localidad terracampina. Por si fuera poco, a muchos les tocó hacer una segunda espera para recoger el cuenco con la comida. Algunos dirán que había tanta gente porque los daban gratis, pero no es así. Había que pagar cuatro euros, que también daban derecho a llevarse a casa el recipiente, que era de barro y tenía grabada esta celebración.
El acto estrella del Festival del Caracol, que este año alcanzó su octava edición, rompió los registros de asistencia, según destacaron desde la organización, que se vio desbordada ante tal llegada de público y, por ello, piden disculpas a través de este periódico por si hubiera alguna persona que se sintiera molesta. Había mucha gente con ganas de probar el plato protagonista del día y los 160 kilos de moluscos se acabaron dividiendo en cerca de 900 raciones. Un grupo de vecinos fue el encargado de llevar a cabo el guiso, que, además de caracoles, incluyó chorizo, jamón, panceta, huevo, agua, aceite y sal. Poco más explicaron los cocineros de una receta que prefirieron que siguiera, un año más, en secreto. Y visto lo visto parece que la fórmula, de nuevo, funcionó.
MUESTRA ALIMENTARIA. El certamen gastronómico, que arrancó el viernes y concluyó ayer, incluyó varias actuaciones musicales y una muestra de Alimentos de Palencia, la primera de las seis del ciclo de 2024. Una docena de vendedores palentinos expusieron sus productos en una mañana que dejó un buen sabor de boca. Sergio de Dios, de Embutidos Cillamayor, comentó que era la quinta vez que acudía a Mazariegos porque le «gusta apoyar los eventos de los pueblos» y que el resultado, en líneas generales, fue satisfactorio. Por su parte, Carlos Hernández, de Quesería La oveja que bala, de Carrión, hizo un buen balance de su paso por Mazariegos. «Al principio no había mucha gente, pero fue llegando. Y lo más importante: compró. No vino solo de paseo», aseguró el empresario.
Además, hubo una degustación de productos provinciales elaborados in situ.