El Leganés y el Valencia exhibieron pocas virtudes y casi todas las carencias que justifican su mala posición en la clasificación, regalando solo diez minutos de frenesí en el desenlace de un duelo en su mayoría soporífero e insustancial (0-0).
La primera parte fue muy dura de ver y sirvió para explicar por qué estaban sobre el terreno de juego dos de los equipos menos goleadores de la competición. No faltó el pundonor, pero sí el fútbol ofensivo y las ocasiones. Nada que llevarse a la boca en ese sentido, con ambos negados cuando se acercaban a las inmediaciones del área contraria.
El Leganés y el Valencia no solucionan sus problemas - Foto: SERGIO PEREZ
Especialmente doloroso es vivirlo en el caso del anfitrión, que sigue sin sacar del garaje el 'Ferrari' que es Sébastien Haller. El delantero franco-marfileño, cedido por el Borussia de Dortmund entre una gran expectación, tiene ganas y se ofrece; pero al equipo le cuesta surtirle de balones en condiciones propicias para que explote su potencial.
El Leganés y el Valencia no solucionan sus problemas - Foto: SERGIO PEREZEsta vez tampoco ayudó la línea defensiva visitante. Yarek Gasiorowski, Cristhian Mosquera y César Tárrega blindaron el eje y además cumplieron los laterales, incomodando por momentos las subidas de Dimitri Foulquier a Javi Hernández en una de las pocas batallas individuales que no acabaron en tablas.
El descanso fue así una prolongación, sin jugadores sobre el césped, del letargo en el que habían caído algunos aficionados después de tres cuartos de hora de suplicio futbolístico. El bocadillo, la entrada pagada y la esperanza de que el espectáculo mejorase, porque que empeorase era difícil, acabaron siendo los argumentos a los que recurrir para no irse a casa y empezar el fin de semana con mejor pie.
Una falta al borde del área para el Valencia a los cuatro minutos de la reanudación parecía la oportunidad ideal para cantar gol, pero Hugo Duro la estrelló en la barrera como señal de que lo que estaba por venir no pintaba mucho mejor que lo que ya se había ido.
Por suerte el sino del choque cambió cuando Juan Cruz empezó a entrar más en juego. El extremo argentino, la noticia más positiva del Leganés en el inicio del curso, probó primero suerte con un tiro lejano que se marchó fuera, sirvió una buena asistencia que Roberto López no logró colocar entre los tres palos y reclamó un penalti que no fue señalado por un leve empujón dentro del área.
Como los malos estudiantes, los dos contendientes trataron de hacer los deberes a última hora y generaron en los diez minutos finales todo el peligro que no habían creado en los ochenta anteriores. Un tiro raso de Diego López detenido por Marko Dmitrovic y un remate desviado de Dani Gómez dentro del área con todo a favor abrieron el fuego.
Y la respuesta en el otro área la dieron Miguel de la Fuente con un golpeo que se perdió por la línea de fondo y, en el tiempo añadido, Oscar Rodríguez con un tiro desde la frontal que se estrelló contra un poste y maquilló en parte el dantesco espectáculo vivido a lo largo de la noche.