Antonio Álamo

Antonio Álamo


Silencios

14/11/2024

Hace cincuenta años más o menos el presidente de una nación poderosa presentaba su dimisión en una alocución televisada. La nación es Estados Unidos y el presidente se llamaba Richard Nixon. Fue la primera vez en la historia del país y el discurso lo leyó en el Despacho Oval. Era el broche de un calvario motivado por el caso Watergate y confiaba –eso dijo- en que su renuncia contribuiría al proceso de curación que ya necesitaba su país. El origen de todo fue la intrusión ilegal de miembros de su equipo en el cuartel general del Partido Demócrata, en Washington. Nixon se anticipó así a un proceso de destitución, cosa que en España es difícil que ocurra porque aquí hay una costumbre muy apreciada consistente en echar una buena capa de Araldite Extra Fuerte en la silla oficial, una vez que uno ha tomado posesión de cargo y despacho.
Cuando el consejero de Nixon John Dean confesó que se guardaban grabaciones de todas las conversaciones telefónicas que tenían lugar en la Casa Blanca fue el final del mayor escándalo de la política norteamericana ya que la comisión investigadora instó al presidente a entregar la totalidad de las cintas registradas. El resto es conocido. Curiosamente, la sociedad se ha quedado con una versión simplificada en la que predominan las películas, la figura de dos periodistas, la proyección positiva de su oficio y la expresión Garganta Profunda, extraída de una película porno y usada para camuflar la identidad de quien les filtró la información, Mark Felt.
Tras el cruce de acusaciones, las excusas, la inoperatividad y la desinformación que rodean a la tragedia de Valencia queda la sensación de que no se va a saber la verdad, entre otras razones porque no es la primera vez que sucede y porque descargar la responsabilidad en el oponente es ya una tradición en un país caracterizado por los silencios. Pasó con el golpe de Estado de 1981, pasó con la quiebra de las cajas de ahorro y seguirá pasando, quizá porque pese a que la información resulta abrumadora hay quienes optan por aquello que no produce incomodidad. Por unas escuchas dimitió un presidente al otro lado del Atlántico hace cincuenta años. Por lo que se ve, el Araldite Extra Fuerte es muy eficaz junto al Mediterráneo.