La mala noticia para el Real Ávila fue poner punto y final a su buena racha.La buena, que ya no volverá por Palencia. Sus dos única derrotas se produjeron en nuestra provincia, en la primera jornada en Becerril y ayer ante elPalencia Cristo Atlético.
Antes del inicio del partido se realizó un emotivo homenaje a José Mario Cano, la leyenda del fútbol provincial. Los dos equipos hicieron pasillo a los veteranos del Palencia y a su viuda, Tori, que recibió un ramo de flores del club y de los propios veteranos, y una placa de la APDP que entregó su presidente Carlos Urbaneja. Se emitieron por los vídeo marcadores imágenes de Cano, facilitadas por Diario Palentino y La 8 Palencia. El Palencia Cristo Atlético varió como homenaje a Cano su indumentaria, vistiendo como el desaparecido Palencia. Sigue adelante la iniciativa de nombrar la puerta 0 de La Balastera con el nombre de la leyenda del fútbol provincial. Minuto de silencio en memoria de José Mario Cano, del también exjugador Carlos Pérez y de la madre del extécnico Lolo.
Carlos Doyague puso en liza un once con un dibujo táctico que se asemejaba a un 4-3-3. Javi Marcos repetía en la portería; Álvarez y Sellés ocupaban los laterales, con Javi y Nil en el eje de la zaga. Por delante, dando equilibrio, Rubio, escoltado en los volantes por David Sanz y Peli, dos exjugadores abulenses, como también lo fuera Adeva, que jugó como referencia, mientras que Sabaté y Fabián (en este caso, moviéndose por más zonas, dejando el carril a Sellés) en los costados.
Tras unos primeros minutos de tanteo, de equilibrio, de respeto mutuo, se desataron las hostilidades con el tanto de Adeva (que pidió perdón a la grada donde se ubicaban los seguidores rojillos). Era el segundo gol que encajaba el Ávila en toda la temporada lejos del Adolfo Suárez. El primero, curiosamente, fue también en Palencia, en Becerril, en la primera jornada de liga allá por septiembre.
El Palencia Cristo Atlético con ese tanto se sintió más cómodo en el campo, llevando el partido a su terreno, con una medular de pierna dura, pero también de buen manejo y criterio del balón. Del Ávila, en esta primera parte, ofensivamente poco se supo. Es un equipo bien armado, disciplinado, que apenas concede, pero tampoco genera mucho. No gana por aplastamiento, más bien por desesperación e impotencia del rival. Cuando se le saca de su guion, que tantas veces ha repetido y cumplido en esta temporada, se le notan también las carencias.
No es que el partido enamorase. Al Palencia Cristo Atlético tampoco le venía mal que se jugase a que no pasase nada. A eso se llama leer el encuentro, jugarlo con oficio. La mayor incidencia hasta el final del primer acto, de hecho, se produjo en la grada, en el sector que ocupaban los seguidores visitantes, con un incidente entre los propios aficionados abulenses, algunos de los cuales fueron invitados, entre comillas, a abandonar el estadio.
Movió ficha el técnico visitante en el descanso, pero todo su planteamiento en el tiempo de reflexión se vino abajo, dado que el colegiado, a los dos minutos de la reanudación, señalaba un penalti sobre Sellés que se encargaba de ejecutar David Sanz. La maldición de los ex (por doble partida) se dice.
Con un Palencia Cristo Atlético cómodo con la situación y un Ávila muy plano se desarrollaba el partido. Tenían más tiempo el balón los abulenses, pero sin fuego real ante un cuadro morado que le esperaba atrás y buscaba la contra, aunque no dispusiese en ese momento de jugadores especialmente veloces y menos con la energía que se había gastado en un partido muy serio y de gran esfuerzo físico. Los cambios le dieron ese aire y la tranquilidad.