No está tan tranquilo como parece, aunque hace esfuerzos por demostrar que no le asusta la inestabilidad de su gobierno y el descrédito que acumula a medida que cede ante las exigencias de sus socios para mantener sus apoyos. La excusa de que hay que salvar a España de la ultraderecha ya no la cree ni él: lo que busca es salvarse a sí mismo con la permanencia en Moncloa.
La prueba del 9 de su intranquilidad es que ha aplazado la fecha para que se vote en el Congreso el techo de gasto. Decía hasta ahora que la posibilidad de que no pudiera aprobar los Presupuestos no le quitaba el sueño. Imposible creer, porque prorrogar nuevamente los presupuestos significa que se vendrían abajo algunos de los proyectos que más le favorecen electoralmente, porque inciden directamente en asuntos que preocupan a los ciudadanos. Por ejemplo, subvenciones, ayudas sociales, más fondos para sanidad y educación, y anuncios relacionados con las pensiones. Sánchez ha debido calibrar a fondo la situación, con un equipo nuevo en Moncloa, A lo mejor alguno de sus integrantes confía más en las verdades del barquero, que en el servilismo de ocultar al jefe las consecuencias de no tomar decisiones valientes. Es posible que se trate de eso.
Lo sabremos muy pronto, en cuanto ese nuevo equipe se asiente. Pero de momento Sánchez ha movido ficha en dos direcciones. La primera, como siempre, atacar al PP con toda clase de argumento; el último, que si Feijóo no le ayuda a probar los presupuestos demostrará su falta de sentido de Estado. La segunda, aplazar la votación en el Congreso del techo de gasto.
El presidente del PP le ha respondido de inmediato: está dispuesto a hablar sobre los presupuestos, siempre que previamente Sánchez anuncie que no respaldará que Cataluña cuente con su propio concierto económico. Feijóo coloca así la pelota en el tejado de Sánchez, a ver quién está falto de sentido de Estado: Presupuestos Generales contra un acuerdo con los independentistas que cuestionan incluso los mandamases regionales del PSOE. Aunque ni una palabra crítica en el gobierno, ahí no. Lo que diga el presidente no se discute, aunque algunas de sus decisiones son de dudosa constitucionalidad como afirman destacados profesionales considerados próximos al PSOE.
A Sánchez se le suman los frentes adversos, y aunque hace como que no le afectan, sino que es víctima de bulos, fakes, lodo y esos argumentos tan manidos y tan poco convincentes, algunas de sus decisiones demuestran sus preocupaciones: las principales, las que afectan a su familia más directa, con iniciativas sorprendentes en las que se recusa a jueces, se presiona a fiscales y a autoridades extremeñas. Le cercan los problemas y no siempre se defiende con inteligencia.
Ha adelantado el congreso del partido, ha cambiado al equipo de Moncloa, ha retrasado la votación del techo de gasto, se refugia en la política internacional … pero las cosas no se le presentan bien. La procesión se le nota, va por dentro.